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Copenhague Ѣ€“ Mundo Ѣ€“ Bolsillo Ѣ€“ Región / 1

Santiago Niño Becerra - Miercoles, 13 de Enero Copenhague. "¡Ostras, ha tenido razón!", alguien pensaría cuando se enterase de que la cumbre de Copenhague terminó en fracaso recordando a que aquí leyó que en fracaso terminaría..ilustración Si, he tenido razón, pero es que era imposible que me equivocase

Los tratados, los acuerdos, las fotos de grupo, están muy bien cuando las cosas van bien (aunque ese “ir bien” sea meramente un querer creer que “van bien”), pero cuando no van bien no hay acuerdo que valga, máxime cuando estamos frente a una crisis. Eso por lo que respecta a acuerdos normalitos.

El problema añadido respecto a los acuerdos sobre el clima estriba en que acuerdos en ese ámbito tienen consecuencias económicas porque contaminar menos equivale a generar ... menos PIB. La realidad pura y dura es esa por fea que sea: el modelo que se puso en marcha tras el cambio sistémico que trajo la crisis (sistémica) de los años 30 estaba basado en el “ir-a-más-gastando-lo-que-hiciera-falta-gastar-para-crecer”, aunque se gastara de forma ineficiente, aunque se desperdiciase, y si: aunque se contaminase: para crecer había que contaminar. A más PIB, más contaminación.

Algunos países europeos (no Europa: Europa es una entelequia) empezaron a plantearse cosas desde principios de los noventa y comenzaron a hacer las cosas de otra manera (si, lo han adivinado: Dinamarca es uno de ellos), en parte por altruismo, pero en la mayor parte porque su PIB basado en el alto valor les permitía ser más productivos, lo que aumentaba la eficiencia y, obviamente, disminuía el malgasto y la contaminación. Fueron unos adelantados a su época, si.

Si antes para crecer había que contaminar, imaginen que habrá que hacer para sobrevivir, que es de lo que ahora va ir el tema a partir de ya; pero no se asusten: la solución va a llegar, en diez años: cuando la recuperación se consolide y la crisis haya sido superada hacia el 2018 / 2020: el cambio sistémico que esta crisis habrá traído pondrá en marcha un modelo productivo basado en la productividad y en la eficiencia. Será ahorrativo, y contaminará menos. Y, como siempre, alguien saldrá en la tele y dirá. “¡Objetivo logrado!”.

Mientras, ¿nos extraña lo que ha sucedido en Copenhague?, ¿esperaba alguien otra cosa?. Ese acuerdo entre cuatro ...

Obama, en su casa, sentado frente a ña chimenea, puede pensar lo que quiera, pero ante un desempleo creciente, con una industria tradicional muy ineficiente en términos de emisiones, y con unas elecciones parciales a la vuelta de la esquina, ha dicho algo así como, “OK, but ...” y ha mirado hacia otro lado: hacia USA.

China, pura y simplemente pasa del tema. En 1979 China se subió a una bicicleta que era diferente: precisaba de un pedaleo crecientemente más rápido para, 1) ocupar al crecimiento demográfico que anualmente va teniendo, y 2) para cubrir las expectativas que despertó en su ciudadanía el mero hecho de subirse a esa bici. China tiene un superproblemón interno y sus autoridades lo saben, y saben que se juegan la silla: abrieron una puerta que ya no pueden cerrar. ¿Las emisiones?, muy mal, gracias.

El caso de Brasil es curioso. ¿Cree que su economía es importante en el contexto económico internacional o hace creer que se lo cree?. Brasil es una economía superdependiente en la que muy pocos se benefician de algo y en la que al resto se le ha dado acceso a muy poco (a crédito) para que crea que es alguien. ¿Las emisiones?, si, tal vez, pero mañana.

Europa (algunos europeos) está de vuelta de esto porque lo tiene superado: le preocupan otras cosas; no sabe que dentro de cuatro días van a volver a preocuparle cosas que creía que ya no le iban a preocupar nunca más.

Copenhague nada de nada, ¡claro!: ahora importan otros temas, y quien se cree que manda si el resto continúa creyendo que manda, manda. Mañana: ya veremos que sucede mañana.

Mundo. Son temas recurrentes, y parece que, de nuevo, han vuelto a la palestra: la demografía, la maternidad. En el planeta sobra población, punto, no hay más: por eso se muere tanta gente de hambre, por eso aumenta el desempleo del factor trabajo; no es un tema cultural, ni ideológico, sino tecnológico: cada vez hace falta menos gente para producir lo que se necesita, pero más gente no necesaria supone aumentar el consumo de unas commodities cuya oferta es finita y su disponibilidad limitada.

El problema de la maternidad no reside en los niños, sino en que esos niños son tenidos por las mujeres, y podemos pintarlo como queramos, pero si una persona profesional, experta, ha de estar encerrada tres días enteros con unos inversores discutiendo un proyecto de cinco mil millones de dólares, ha de estar encerrada, y punto, y sea hombre o mujer no va a poder cuidar a su hija/o, hacer reposo si su embarazo lo requiere, o acompañar a su pareja a las sesiones de gimnasia pre parto. Si realmente se quiere que la mujer tenga unas oportunidades profesionales en igualdad con el hombre, o se cambia el sistema económico y social y se pasa a uno que ni remotamente me imagino como puede ser, o los bebés pasan a ser tenidos por “elementos tecnológicos” que desvinculen concepción y nacimiento del binomio humano. En Francia ya están trabajando en eso: infórmense sobre la matriz artificial.

Lo anterior no resuelve el problema del exceso demográfico, cierto es, para eso habría que abordar una planificación demográfica, lo que hoy puede sonar muy mal, pero peor suenan los gritos de miseria de países que dependen total y absolutamente de la ¿ayuda? exterior para alimentar a una población que les desborda, y peor suenan los lamentos de personas arrinconadas en plena juventud porque su oferta individual de trabajo ha dejado de ser necesaria.

El del fondo dice “Lo que hay se puede repartir mejor”, repartir, ¿qué?, ¿el desperdicio?, ¿la sobreproducción infrautilizada?, ¿esa contaminación que tanto nos aterra?. Lo que sucede es que, habitualmente, se piensan las acciones (no demasiado, la verdad), pero no se piensan sus consecuencias (nada de nada).

(Se dice que a las entidades financieras del reino les va a perjudicar el posible cierre europeo de la barra financiera a la que han estado acudiendo las entidades europeas en busca de ayudas, el motivo: que, se sigue diciendo, hacia Junio se cerrará dicha barra y España aún está discutiendo con Bruselas la letra pequeña del Fondo de Reestructuración.

España cometió un error y, a la vez, pecó de chula. El error no fue darse cuenta qué era entonces lo importante, y lo importante era que no cayeran aquellas entidades que, por si mismas, representaban un riesgo sistémico; y se hizo la chula: “No tenemos activos tóxicos”, dijeron, pero los tenían: las spanish subprime: las montañas de hipotecas susceptibles de impago cuando empezase a aumentar, de verdad, el desempleo y a caer la actividad; Uds. ya han leído aquí sobre esto.

Ahora España, que a nivel financiero global pinta más bien poco y cuyas entidades financieras tienen que pagar 410.000 millones de ahora hasta el 2012, se encuentra compuesta y sin poder dar pasta que sí sería necesario dar, o podrán dar menos de lo que sería deseable (en cualquier caso, ningún Estado pude dar la que sería necesaria: no tienen bastante).

España siempre ha tropezado en la misma piedra: no comprender que siempre se hace lo que conviene a los más significativos (en este caso, entidades financieras) y que, además, suelen ser los más potentes).

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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