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DECEM. ALTERNATIVAS FINANCIERAS PARA EL DESARROLLO (3)

Administrador - Viernes, 08 de Junio ilustración Tasación del patrimonio: un concepto de justicia global JAIME POZUELO-MONFORT(1) Las economíт­as de los paíт­ses industrializados que integran la locomotora del sistema capitalista, en la que los paíт­ses en víт­as de desarrollo componen el vagón de cola, se caracterizan por tener robustos sistemas de tributación que permiten a las administraciones recaudar de forma eficiente, mediante la tasación progresiva de la actividad económica de los individuos de distintas rentas que disfrutan de la estabilidad proporcionada por el bien denominado estado de derecho y del bienestar.

Un sistema, el tributario, basado en mayor o menor medida en el principio de la redistribución, un principio que penaliza con tasas mayores al que por otro lado disfruta de rentas mayores. Un sistema, el tributario, basado en el principio de solidaridad entre las rentas altas y las bajas, que supone un trasvase de recursos entre las que los disponen en exceso (rentas altas) y las que carecen de los mismos (rentas bajas).

Una sociedad actual en la que no elegimos donde nacemos. Una sociedad actual en la que no decidimos cuándo nacemos, cuánto heredamos de nuestros antepasados o con qué talentos contamos para luchar por un trozo de esa tarta denominada mercado. Una sociedad que ha sido hasta la fecha solidaria a nivel de estado-nación y en el caso de la Unión Europea a nivel continental.

Una sociedad actual, la del mundo denominado industrializado o rico, que no puede seguir mirando hacia otro lado y debe enfrentarse a la extrema desigualdad en renta y riqueza entre el primer y el tercer mundo. Una tendencia que se está acentuando y parece no alcanzar un punto de inflexión, un punto de inflexión necesario.
ORÍGENES DEL SISTEMA REDISTRIBUTIVO

El principio de redistribución es en esencia solidario y describe a la sociedad del estado de bienestar que garantiza acceso universal e indiscriminado a servicios como la educación o la sanidad. De este modo el impuesto sobre la renta se incrementará según aumenta el nivel de renta, en un régimen de tasación comúnmente conocido como progresivo.

Los oríт­genes del sistema progresivo de tasación que conforma la piedra angular del principio de redistribución se remontan a los tiempos del economista Adam Smith, quien en su obra maestra The Wealth of Nations menciona que “la indolencia y vanidad del rico están hechas para contribuir con facilidad al rescate del pobre, abaratando el transporte de bienes pesados a otras partes del paíт­s”, haciendo alusión al mayor recargo que afectaba a los carruajes de la clase rica, fundamentalmente más pesados que los coches y vagones de la clase pobre.

Thomas Jefferson argumentó a principios del siglo XIX que los aranceles a productos importados eran una forma de tasar al rico, pues el pobre únicamente adquiríт­a bienes dentro de las fronteras del paíт­s y por ende no pagaba las tasas asociadas a productos importados.

En la actualidad hay regíт­menes fiscales más progresivos que otros. En general sociedades con un avanzado estado del bienestar se caracterizan por penalizar más a las rentas altas, que otras sociedades con menos servicios sociales considerados universales o de accesso indiscriminado.

En un espacio económico relativamente homogéneo como el norteamericano, el trabajador no tiene motivación para darse de alta en un régimen fiscal claramente favorecedor y menos punitivo. En un espacio económico escasamente homogéneo como el europeo, aun habiendo claras diferencias entre regíт­menes fiscales como el sueco o el irlandés, no existe una movilidad geográfica a nivel laboral similar a la norteamericana que haga temer a los regíт­menes fiscales más progresivos una huíт­da en masa de trabajadores que por motivos de tasación decidan emigrar a regíт­menes, como el irlandés, menos punitivos.


INCREMENTO DE LA DESIGUALDAD INTER-NACIí“N

Los objetivos del milenio establecidos por Naciones Unidas en 2000 que pretenden reducir la pobreza extrema en el mundo a la mitad en 2015 requieren, entre otros, de la capacidad y habilidad de medir los íт­ndices de pobreza extrema en las naciones en víт­as de desarrollo.

A estos efectos ha habido controversia entre reconocidos economistas a lo largo de los últimos años respecto a cómo evaluar la pobreza y la tendencia que describe la misma. Mientras que el economista de Columbia University Xavier Sala-i-Martin argumenta tras un detallado estudio que la pobreza extrema ha ido en descenso, el economista jefe del departamento de investigación del Banco Mundial Branko Milanovic en su reciente libro Worlds Apart presenta un escenario un poco menos optimista.

La conclusión grosso modo, si uno se centra en la vista de pájaro, es que China e India con su sostenido y vertiginoso crecimiento, están logrando disminuir de forma considerable la pobreza extrema dentro de sus fronteras, mientras que otras muchas naciones menos populosas, fundamentalmente en África y América Latina han quedado rezagadas de forma considerable.


UN MUNDO A LA DERIVA

Antes o después llegará el momento de plantear de forma seria y mesurada las bases de la solidaridad internacional, existente en la actualidad únicamente en la imaginación de una clase políт­tica anclada en los problemas del pasado y sin capacidad de reacción ante los problemas presentes y futuros que acucian al mundo actual.

La sociedad del siglo XXII mirará hacia atrás y no podrá comprender la disparidad extrema entre rentas altas y bajas a nivel intra e inter nación. Una disparidad que no responde al concepto de justicia global.

Un observador interplanetario que fuese enviado al planeta Tierra y realizara un análisis objetivo y escrupuloso de la situación actual no daríт­a crédito a la coexistencia en el mismo espacio geográfico de diferencias tan dispares, diferencias que nunca fueron de tal magnitud y tal consistencia a lo largo y ancho de territorios y naciones.

Es un concepto de justicia global. Si nunca toleraríт­amos una crisis humanitaria en Andalucíт­a, Baviera o Texas, si nunca dejaríт­amos que un número elevado de ciudadanos de nuestro propio paíт­s se murierara literalmente de hambre y sufriera las consecuencias de una epidemia global como el SIDA alejada de toda suerte de servicios sanitarios, por qué en un mundo globalizado que nos beneficia de forma considerable toleramos o quizás ignoramos los mismos problemas que azotan de forma salvaje a millones de ciudadanos del mismo planeta.

Los problemas de un mundo globalizado han dejado de ser problemas locales que no nos afectan. Los problemas globales son problemas que antes o después tendrán un impacto extraodinariamente negativo sobre una sociedad occidental hasta el momento incapaz de proporcionar soluciones proporcionales a los problemas de un mundo en caíт­da libre, a nivel medioambiental, a nivel humano, a nivel ético, y quizás en crisis y por qué no, en víт­as de extinción.


UNA TASA SOBRE EL PATRIMONIO

La tendencia a lo largo de los últimos tiempos ha beneficiado a las grandes fortunas con la progresiva eliminación del impuesto sobre el patrimonio. Una argumentación lógica si se tiene en cuenta que el individuo de gran riqueza suele generar abundantes ingresos anuales que ya son tasados correspondientemente a través del impuesto sobre la renta de las personas fíт­sicas. El impuesto del patrimonio, en esta líт­nea de argumentación, incorporaríт­a una segunda líт­nea de tasación desproporcionada y provocaríт­a la huíт­da de las grandes fortunas a otros regíт­menes / paraíт­sos fiscales más permisivos y menos punitivos a nivel tasativo.

Sin embargo la anterior líт­nea de argumentación no es ni la única ni necesariamente la más razonable. Las grandes fortunas se generan gracias al trabajo duro y constante, a las grandes ideas, a la visión de mercado y de producto. Pero también son resultado de herencias, de golpes de suerte, de la rentabilidad de un patrimonio invertido en fondos de inversión desestabilizadores que especulan e inverten a corto plazo en economíт­as en víт­as de desarrollo, de la rentabilidad de un patrimonio invertido en multinacionales que explotan de manera literal los recursos humanos y naturales de naciones que les dan la bienvenida como si de Mr Marshall se tratara.

Se trata de un arma de doble filo, de una delgada líт­nea que separa el patrimonio conseguido de forma justa de aquel que por las circunstancias de la vida nos ha caíт­do en gracia. Una difíт­cil tarea, la de diferenciar cuál es cuál.

En mundo desigual carente de mecanismos de redistribución y solidaridad internacional, en un mundo desigual hambriento y ávido de soluciones que incrementen de forma sustancial el montante de fondos que se dedican a ayuda al desarrollo, es necesario hacer un llamamiento a la clase super rica, para la que un millón más supone un simple juego de rivalidad con sus iguales.

No es una estrategia de imposición de medidas radicales desde la clase más desfavorecida a la menos numerosa clase pudiente y poseedora del poder económico y a menudo políт­tico. No es un juego de fuerza mayor en la que argumentaciones populistas vencen a la teoríт­a de mercado que defiende que el propio mercado será capaz de compensar los desajustes y desequilibrios de la economíт­a mundial.

Un mundo en el que los que más tienen no contribuyen de forma notable y sientan ejemplo y cátedra con su comportamiento no es un mundo justo. Un mundo justo no es una utopíт­a si creemos en él. Si las bases del sistema que ha permitido la generación de grandes patrimonios no son redefinidas, todos y cada uno de esos grandes patrimonios desaparecerán junto con el resto de la sociedad en un mundo que afronta retos cada vez mas difíт­ciles de superar.

En la anterior líт­nea de argumentación, proponemos que el 10% del patrimonio personal por encima de los 100 millones de euros se invierta en el gran fondo de inversión que conforma la piedra angular de esta serie de artíт­culos. Al igual que la contribución corporativa del artíт­culo anterior, esta contribución sigue siendo patrimonio del individuo y únicamente los rendimientos resultantes de las estrategias de inversión se destinan a ayuda al desarrollo.

Sólo con ideas simples de aplicar y poderosas en sus planteamientos y alcance lograremos un cambio de rumbo, un giro de timón en una nave que navega a la deriva. Los dinosaurios desaparecieron por la aparición en escena de un meteorito. Nosotros somos ese meteorito que sorprendentemente apunta hacia nuestra propia desaparición. Pero a diferencia de los dinosaurios la clase humana presume de ser racional. En la racionalidad de la clase humana confiamos.

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(1)Sobre el autor: Jaime Pozuelo-Monfort finalizó ingenieríт­a superior de telecomunicación en la Universidad Politécnica de Madrid en 2000. Tras cursar el máster en administración de empresas del Collíт¨ge des Ingénieurs en Paríт­s y el máster en análisis financiero en la Universidad Carlos III de Madrid, finalizó el máster en ingenieríт­a financiera en la University of California-Berkeley. Actualmente cursa el máster en desarrollo económico en la London School of Economics and Political Science. Ha trabajado en el sector IT en Madrid, Stuttgart y Paríт­s, y en la industria financiera en Nueva York y Londres. Sus intereses entrelazan los campos de la economíт­a financiera y el desarrollo económico. Además es autor de 21 artíт­culos sobre economíт­a financiera publicados en Boletíт­n de Ingenieros de Telecomunicación y Cinco Díт­as. Habla inglés, francés, alemán y español fluido, y tiene conocimientos básicos de italiano, portugués y ruso.
(2)Este es el tercer articulo de la serie decem, una serie de artíт­culos fundamentalmente innovadores que pretenden proponer mecanismos financieros alternativos para recaudar fondos que se puedan destinar a ayuda al desarrollo de los paíт­ses del tercer mundo. A lo largo de la serie de articulos, se hara hincapie en la implementabilidad de las ideas sugeridas y se propondrán argumentos a favor y en contra de las mismas.




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