El déficit de las AAPP
Santiago Niño Becerra - Miercoles, 28 de MarzoFijar un déficit y comprometerse con su cumplimiento, es decir, tener que cumplirlo, supone tener que diseñar y tener que aplicar planes de limpieza, de ajuste, a fin de reducir gastos y aumentar contribuciones fiscales … a fin de que tal compromiso de déficit sea alcanzado, es decir, supone tener que hacer lo que sea para llegar a tal compromiso.
¡Es absolutamente genial!. Decir, de entrada, que se va a recortar gasto público porque ‘se está gastando demasiado en base a las perspectivas esperadas de ingresos’ no queda nada bien y tiene consecuencias políticas; de igual modo, manifestar que ‘es preciso aumentar figuras fiscales a fin de continuar dando la cobertura pública que ahora se da a familias y ciudadanía’, aunque queda muy bien, levanta ampollas porque supone pagar más.
Sin embargo, reducir unos y aumentar los otros debido a que un ente supranacional ha determinado científicamente que es ineludible reducir el déficit y argumentar que esa determinación ha sido rubricada por los miembros de un club del que se es miembro justifica toda política orientada a tal fin.
Lo que decía: genial. El combate contra el déficit es el instrumento idóneo (porque es aséptico) e indiscutible (porque de 27 lo han adoptado 25 y los otros 2 lo van a seguir igual) para llegar a la estructura de gastos-ingresos públicos que en cada momento sea deseable; es decir, a partir de ahora no se dirá: ‘¿Cuánto podemos ingresar y a qué gastos podemos afrontar con esos ingresos?’, sino, ‘Interesa bajar impuestos, ¿si?, pues ¿qué déficit se tiene que fijar para que en base a la reducción de impuestos buscada se tengan que disminuir los gastos para alcanzar tal déficit?’.
Antes las haciendas reales de las monarquías absolutas esquilmaban al pueblo para conseguir los dineros que precisaban para llevar a cabo sus pretensiones, pero ya no hace falta utilizar la violencia violenta para recaudar: es más sencillo reducir impuestos y llegar al gasto resultante preciso para, en base a esos ingresos, alcanzar el déficit buscado.
Que alguien tenga una enseñanza peor porque no puede pagarse una mejor; que no pueda acceder a un tratamiento médico o que tenga que esperar siglos para obtenerlo; que cada vez alcance para menos el subsidio de vejez, una cosa antes llamada ‘pensión de jubilación’; no es entendido por quienes acuerdan limitar el déficit a sangre y fuego sin mencionar si quiera la lucha contra el fraude fiscal, como algo extraño y atípico: ha de ser lo normal porque la Historia demuestra que siempre lo fue, lo atípico sucedió en estos pasados años en algunos lugares concretos del planeta donde dejó de pasar.
Este es el principio, lo demás son los ajustes: que en el tema intervengan Estado, Regiones y Ayuntamientos, tanto da: es un mero tema de reparto, y ya se sabe: ‘Quien parte y reparte …’.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
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