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El verdadero (pienso) problema de las pensiones

Santiago Niño Becerra - Lunes, 01 de Marzo Hace diez años se decía que las cuentas de las pensiones de jubilación estaban equilibradas hasta el 2050, y hace cinco nadie hablaba de que fuesen a presentarse problemas a corto plazo con relación a las pensiones; ilustracióncierto es que alguien empezó a hablar de que hacia el 2035 podían empezar a presentarse descuadres, pero las reformas a emprender se veían como no perentorias. Últimamente las cosas parecen ser muy, muy diferentes, de tal modo que el cataclismo de las pensiones parece próximo.

Las noticias que nos llegan de que debería reducirse la relación entre la cantidad percibida en el cobro de la primera pensión y el último salario del nuevo pensionista debido a los problemas financieros que muy pronto pueden llegar a producirse al irse reduciendo la tasa de cobertura “activos / pensionistas” -lo que supondría una caída en la credibilidad española en los mercados financieros internacionales- son, pienso positivas porque ponen encima de la mesa un problema que se ha estado reiteradamente marginando, pero, también pienso, no abordan el verdadero problema que subyace en el universo de las pensiones.

Son positivas porque denuncian que más pronto o más tarde la evolución de los fondos destinados al pago de pensiones no será suficiente para atender a los pagos que por pensiones van a tener que abordarse en base a la actual estructura del sistema de pensiones (español, aunque pienso que ello es extensible a todos los países que cuenten con una estructura semejante), pero, también pienso, insisto, en que tales noticias no entran en el núcleo del problema que Uds. ya han leído en lacartadelabolsa: la estructura del actual sistema de pensiones está superada porque ya no es necesaria.

El sistema de pensiones que hoy conocemos fue implantado tras la II Guerra Mundial por dos motivos: 1) para frenar el avance de ideas “no convenientes” entre la miserizada clase obrera europea, más empobrecida aún tras en conflicto bélico, y 2) para incentivar el crecimiento a través de la prolongación del consumo privado tras el cese de la vida laboral así como para contribuir al consumo público a través de gastos que el Estado debería realizar para mantener la estructura del servicio a los pensionistas. Y, bueno, el sistema ha funcionado muy bien.

Pero como todos los sistemas el de pensiones ya nació con el germen de su problemática: ese magnífico sistema de pensiones precisaba para su supervivencia de dos elementos: a) un incremento continuado del PIB, y b) una relación invariable entre “crecimiento económico” y “necesidad de factor trabajo”. Hasta finales de los 70 ambos elementos se dieron sin fisuras, pero cuando el PIB dejó de aumentar rítmicamente y cuando empezaron a dejar de estar relacionados crecimiento y ocupación, el sistema de pensiones ya estaba herido de muerte, máxime si a cada año que pasaba más tiempo sobrevivía el jubilado al momento de su jubilación, lo que suponía que más tiempo iba a continuar percibiendo su pensión.

La única verdad es que hoy el sistema de pensiones ha dejado de ser necesario y, además, no es financieramente sostenible. Por un lado la clase media: la evolución de aquella clase obrera de los años 50, ya no tiene ideas “no convenientes”, fundamentalmente porque ya no existen ideas de ese tipo; por otro, y debido a la tendencia de la productividad hacia el crecimiento, cada vez hace falta menos factor trabajo para producir una unidad de PIB, y pienso que esa verdad pura y dura no trasciende a esas noticias que propugnan una reforma del sistema de pensiones.

Ya, ya: lo que he dicho en los párrafos anteriores no se refiere a una problemática del sistema de pensiones, se refiere a un problema del sistema económico, y sí, evidentemente: ¡por eso la problemática de las pensiones se manifiesta ahora!: nos hallamos ante una crisis sistémica que se va a producir por el agotamiento del actual modo de hacer.

En ese contexto esas noticias, pienso, no llegan hasta el auténtico fondo: en España la primera pensión equivale al 80% del último salario, y en Noruega a poco más del 50%, OK, pero, ¿a qué porcentaje del salario medio noruego equivale el español?, ¿qué estándar de vida permite en Noruega el salario medio de ese país (a lo que hay que añadir las prestaciones del modelo de protección social noruego muy superiores al español) y qué estándar de vida permite en España en salario medio español?.

Observamos entonces que el problema se traslada de nivel: el salario medio noruego es superior al español porque la productividad noruega es generadora de un valor añadido superior al valor añadido generado por la productividad española: en relación a un índice 100, mientras que la productividad de Noruega en el año 2005 era de 140 la de España era de 80.

Cierto, cierto, la primera pensión en España es casi un 30% superior al último salario de lo que lo es en Noruega, pero, en base a todo lo que ha sucedido a lo largo de la vida laboral de un trabajador (toda la vida laboral: lo que las noticias dicen que debería tomarse como referencia para el cálculo de la pensión), ¿quién vivirá menos mal su jubilación: una/un pensionista noruega/o o una/un española/ol?. (Evidentemente, tenemos que dejar a un lado apoyos de descendientes tan comunes en España debido a la inviabilidad económica de un gran número de pensiones ... debido al muy reducido importe de numerosas pensiones).

La modificación de la mecánica del actual sistema de pensiones lleva, pienso, a un empobrecimiento del pensionista, y el argumento de que el crecimiento económico compensará la reducción del porcentaje que la primera pensión representa del último salario, también pienso que no se dará: el crecimiento tal y como hasta ahora lo hemos entendido ha finalizado: incremento positivo del volumen total de PIB sobre el año anterior, es decir, año tras año más volumen, y ¿por qué ha finalizado?, pues porque ese modo de funcionar precisaba del desperdicio de unos recursos escasos y necesitaba de un endeudamiento exponencialmente creciente que hace tiempo ya ha llegado a su límite.

La tendencia, pienso, es que el PIB generado por aquellos subsectores que sean crezca impulsado por una productividad al alza, ¡claro!; pero en el resto de subsectores ... Es decir, la foto del PIB del 2025, por ejemplo, mostraría un PIB total mucho menor que el actual aunque con una estructura muy diferente, y un nuevo modelo productivo funcionando con una muy elevada eficiencia en el uso de los recursos, lo que supondrá un nivel de desempleo del factor trabajo muy elevado ya que el trabajo no utilizado no será necesario. En ese contexto, ¿puede hablarse de unas pensiones al alza partiendo de la base de que el concepto “pensiones” ha dejado de ser útil?.

Es decir, con las pensiones existe un problema, aquí y en todas partes, pero no es un problema que se resuma, pienso, en el modo como se calculan esas pensiones o en sus importes finales, el problema que desde siempre ha existido con las pensiones -pero que ahora se ha puesto de manifiesto- va mucho más allá: tiene que ver con la necesidad decreciente de factores productivos para generar el PIB que verdaderamente sea necesario, dándose la puñetera casualidad de que uno de esos factores productivos, el factor trabajo, lo aportan las personas. Ahí reside, pienso, el auténtico problema de las pensiones. ¿Por qué no se aborda así el problema?.

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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