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España, Grecia y el BCE: Ahora mismos todos son una amenaza para el euro

Carlos Montero - Martes, 21 de Agosto

España, Grecia y el BCE: Ahora mismos todos son una amenaza para el euroEl euro se está sentando en un taburete de tres patas y cualquiera de esos tres apoyos podría romperse en cualquier momento.

El déficit de Grecia se deteriora aún más rápidamente de lo esperado con Atenas buscando, una vez más, como ampliar sus planes de reducción de presupuesto, comenta Nicholas Hastings en un artículo en el Wall Street Journal.

España se encuentra todavía en un enfrentamiento con el Banco Central Europeo, con la esperanza de que al retrasar una solicitud formal de un plan de rescate pueda evitar la imposición de fuertes medidas de austeridad.

Y la tercera pata es el propio Banco Central Europeo (BCE), con su propuesta de compras de deuda pública que ayuden a poner un tope en los costes de financiación de los países más débiles de la zona euro.

Aunque la canciller alemana, Angela Merkel, ha expresado en principio su apoyo a las propuestas del BCE, la aplicación efectiva del plan parece plagada de dificultades prácticas y políticas.

De acuerdo con un artículo publicado en Der Spiegel este fin de semana, el BCE podría comprometerse a comprar bonos públicos para evitar el aumento de los rendimientos por encima de un cierto nivel.

Pero no está nada claro cuál puede ser el nivel de rendimiento acordado ni el tamaño de las compras. Tampoco se sabe si esto es legal, ya que el mandato del BCE no se extiende a la monetización de la deuda, es decir, la compra de bonos del gobierno.

Y aún está por verse si Angela Merkel realmente apoyaría un plan que permite al banco central iniciar la impresión de dinero, algo que debilitaría la posición monetaria de la propia Alemania. Su reacción final a los planes del BCE para bajar los costos de financiamiento y hacer la vida más fácil para los países más débiles, podría ser de mucho menos apoyo de lo que el mercado está descontando.

Grecia, por su parte, ha vuelto como otra gran amenaza para la supervivencia del euro después de que varios informes señalaran que la brecha de financiamiento del país para los próximos dos años se ha abierto a 14.000 millones de euros, por encima de los 11.500 millones que se esperaba.

Esto hará que la solicitud del país de una extensión de dos años en el cumplimiento de la meta fiscal establecida en su programa de rescate, sea aún más vital. Una vez más, la pelota estará en el tejado de Angela Merkel, ya que es probable que el nuevo primer ministro griego, Antonis Samaras, le pida una extensión de los términos del rescate en la reunión de finales de este fin de semana.

Las perspectivas para Samaras no son muy halagüeñas. El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schaeuble, advertía este fin de semana en contra de tirar "el dinero en un pozo sin fondo" cuando se trata de Grecia.

Y luego está España, probablemente la pata más decisiva del taburete en el que se asienta el euro.

El temor de que el aumento de los costes de financiación obligue a España a pedir un rescate ha sido el principal impulsor de los planes del BCE a comprar bonos del gobierno.

Sin embargo, por mucho que al gobierno español le gustaría que el BCE fuera a su rescate interviniendo en los mercados de bonos, está igualmente interesada en evitar cualquier endurecimiento adicional de su programa de austeridad.

Por el momento, el Gobierno de Rajoy se muestra tranquilo tras la reciente caída de los rendimientos de los bonos y con las necesidades inmediatas de financiación ya cubiertas.

Simon Derrick, un estratega cambiario de Bank of New York Mellon en Londres, describió su posición de esta manera: "En resumen, parece que el Gobierno español desea que el BCE se comprometa a comprar bonos de manera ilimitada y acudir al programa de rescate temporal EFSF y después al ESM, sin necesidad de adoptar reformas adicionales”.

Sin embargo, todo eso podría cambiar en octubre, cuando España necesite refinanciar deuda que vence y necesite nuevo dinero.

Entonces Mariano Rajoy podría no tener más remedio que ir pidiendo con la gorra al BCE y asumir las consecuencias que conlleva un rescate.

Fuentes: Nicholas Hastings




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