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Extremos Ѣ€“ y 3

Santiago Niño Becerra - Viernes, 11 de Diciembre En el medio, entre otras cosas: la postura de los sindicatos ¿españoles?: "Que no se aprovechen de la crisis", para reducir plantilla, claro. ilustración Es curioso lo que está sucediendo, aquí y en todas partes: la inmensa mayoría de las empresas no tienen asegurada su supervivencia (algunas si: suceda lo que suceda), y la casi totalidad de los trabajadores tampoco tienen garantizada su supervivencia laboral; sin embargo, los enfoques de unas y otros son completamente diferentes, ¡a pesar de que están ambos en el mismo barco!.

No es “la lucha de clases”, eso se acabó en el momento que un obrero (utilizo conscientemente este vocablo) extrajo un plástico de su bolsillo y pagó con él, momento que coincidió en el tiempo con la percepción de un “hombre de empresa” de que era necesario hacer la vista gorda en los dos minutos de más que sus obreros (continúo utilizando conscientemente este vocablo) se tomaban a la hora del bocadillo; no, no es lucha de clases, es supervivencia interpretada de modo diferente.

En un horizonte de dos años muchas empresas van a desaparecer y la mayoría de las que queden van a tener que reducir sus plantillas, no para explotar al factor trabajo, sino por mero exceso de capacidad ... independientemente de lo que los sindicatos demanden. Y los sindicatos van a continuar defendiendo el mantenimiento del empleo, no para fastidiar al empresario, sino porque “si no hay trabajo”, ¿qué alternativa hay?.

Pienso que casi toda la filosofía empresarial y casi toda la sindical siguen utilizando planteamientos de algo-que-no-es-presente. La crisis sistémica a las puertas de la que nos encontramos va a poner de manifiesto que existen unas capacidades productivas que nunca jamás serán utilizadas, también que hay una oferta de trabajo que nunca va ser demandada en su totalidad. El cambio sistémico sentará las bases de la nueva forma de funcionar, pero de momento todos siguen con “lo suyo”: pidiendo el abaratamiento del despido, unos, solicitando, otros, que no se aproveche la crisis para reducir plantilla.

En el medio, también, nos fijamos mucho en los números y, tal vez, demasiado poco en las letras. El último Outlook de la OCDE: “Preparando la salida” (otra vez: ¿qué salida?; salida, ¿de dónde? si aún no hemos entrado en ese sitio del que tenemos que salir; ¿estarán pensando en física cuántica: del mismo modo que es posible llegar a un sitio sin haber salido del sitio en que ahora te encuentras, ¿será posible salir de un lugar sin haber entrado en él?) dice cosas con auténtico jugo, cosas que a España le afectan de lleno.

La OCDE dice que el reino no debe subir los impuestos y que el Estado español y sus entes locales deben pasar con lo que puedan recaudar, es decir, dice que el problema no se halla en los bajos ingresos sino en los gastos: son demasiado elevados ... para los ingresos que se obtienen y que se van a obtener.

Puede parecer que es lo mismo, pero no. Subir impuestos afecta a las rentas: las reduce, máxime porque, teniendo en cuenta lo que viene, las rentas ya van a bajar de por si; en consecuencia, nada ha de provocar bajadas adicionales en esas rentas; además, no subir impuestos, pasar con los ingresos que se tengan, da imagen de buena administración, de seriedad, de morigeración. Lo que hay que hacer es reducir gastos, la cuantía que haga falta para adecuarse a esos ingresos; la pregunta es, ¿cuáles?.

La OCDE apunta por los gastos que no ayudan al crecimiento por el lado de la oferta, aquellos que no ayudan a la eficiencia. El modelo de protección social es uno de los rubros a revisar, especialmente sanidad y pensiones: gastar en gente enferma, sobre todo si es mayor, no es eficiente; gastar en la subsistencia de la gente mayor, tampoco. ¡Ojo!, la OCDE no dice que haya que liquidar a nadie, simplemente dice que hay que reducir gastos porque no va a haber ingresos para todo. Por eso también dice que no hay que construir más viviendas de protección social: ¿para qué si sobran un porrón de pisos?.

Ese Outlook es feo. A quienes interesa pintar una situación menos mala se fijan en los números (lo que tampoco es comprensible: aceptando como buenas las cifras que la OCDE da (pienso que ni ella se los cree), el reino se va a ir en el 2011 a un crecimiento del PIB del 0,9% y a una tasa de desempleo del 19,0%; quienes vanaglorian el Outlook, ¿son conscientes de lo que eso significa?), pero ignoran las letras, y las letras dicen que las cosas se van a poner muy feas, sobre todo porque nadie está preparado para algo así.

Y también en el medio, y ya lo hemos dicho, y lo repetimos: pienso que el Audi Q-3 va a ser el lobo del cuento, pero al revés: en el cuento llegó y aquí no vendrá. El Q-3 se ha convertido en el trágala por el cual todo tiene que aceptarse, todo tiene que asumirse, todo queda justificado; lo peor del caso es que no hay alternativa. Se vincula el Q-3 con la supervivencia de SEAT, cuando son dos cosas diferentes, completamente diferentes.

El Q-3 es un vehículo galáctico que ya me dirán Uds. que falta va a hacer en unos momentos en los que las economías española, europea, mundial, estarán deshechas: ¿quién va a estar interesado en adquirir / quién va a poder adquirir un automóvil con las características del Q-3?. Por otra parte -por otra parte- SEAT es una empresa cuya planta de Martorell tan sólo es rentable si ensambla medio millón de automóviles al año, y en el 2010, cuando las cosas, dicen, estarán bastante menos mal que ahora, prevé ensamblar 0,33 millones de coches: el 35% menos; en román paladino: SEAT tiene un exceso de capacidad productiva de casi el 40% y su directiva piensa (pienso) que así van a seguir las cosas.

El Q-3 es la moneda de cambio perfecta: “si queréis el caramelo hay que aceptar esto, lo otro, y lo de más allá”, y se acepta porque se quiere el Q-3; pienso que el Q-3 jamás se ensamblará, pero lo terrible del caso es que no hay alternativa: si se dice “no, no queremos ni EREs, ni aquello-que-ya-saben en vinagre; queremos trabajar”, es decir, si se rompe la baraja, se acabó enl sueño qutresero y se acabó el invento. Es decir, no hay alternativa: es esto-que-se-está-haciendo-como-se-está-haciendo, o se-acabó.

Lo que es asombroso es como están aconteciendo las cosas: es el respeto al que me refería hace unos días. Se hará lo que se tenga que hacer y como tenga que hacerse, pero con respeto: no se impone, se razona, que los razonamientos adolezcan de escasa consistencia no es demasiado importante; no se acepta, se integra el razonamiento aunque las implicaciones no sean todo lo deseables que podrían parecer.

Siguiendo en la línea del automóvil: Opel, lo ha dicho el CEO europeo de GM, va a emplear el 30% de lo que los Estados le van a dar para que se quede, perdón, en concepto de ayudas para mantener su actividad, en pagar las reducciones de plantilla que va a acometer; es decir, los Estados le van a dar dinero público a Opel para que pague las indemnizaciones de la gente que va a sacarse de encima; pero es lo que debe ser: la alternativa es la desaparición ya.

Q-3, 30%: promesas, futuribles, integración de razonamientos. Pero nadie pregunta: “Perdone, ¿está en disposición de afirmar que la planta de Figueruelas continuará abierta en el 2013?, y la de Martorell, ¿lo estará?.

Ya sé, ya sé: tiene que ser así, pero no puedo evitar tener la sensación de que se está perdiendo un tiempo precioso, será que soy un impaciente.

(Me cuenta una lectora en un mail, entre otras cosas: “Me enteré ayer, los inmigrantes que deciden volver a sus países de origen, están vendiendo sus trabajos, por ejemplo 200-300 euros por un trabajo limpiando casas. Otros lo venden por el salario de dos-tres meses”. La misma autora del mail califica el hecho de “Más que preocupante”; no añado nada más).

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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