La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

Financial Times aboga por dar tiempo a España y no ahogarla en austeridad

Carlos Montero - Jueves, 08 de Marzo

Una definición de locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes. La determinación de Alemania de imponer una camisa de fuerza fiscal sobre sus socios de la zona euro no funcionó en el "pacto de estabilidad y crecimiento". ¿Va a funcionar en el "Tratado de estabilidad, coordinación y gobernanza", acordado la semana pasada? Bueno, hay muchos que lo dudan y uno de ellos es el prestigioso columnista de Financial Times, Martin Wolf.

En un artículo en el diario británico, Wolf señala que el tratado refleja la opinión de que la crisis se debió a la falta de disciplina fiscal y que la solución es una mayor disciplina. Eso está lejos de la verdad. La rigurosa aplicación de una idea tan equivocada es algo peligroso, comenta Wolf.

Preocupaciones como esa pueden parecer ahora remotas. Las operaciones de financiación a largo plazo del Banco Central Europeo (LTRO1 y LTRO2), han aliviado la presión sobre los bancos y los mercados financieros, y  los mercados de deuda soberana. En los dos tramos de esta operación, los bancos han pedido prestado más de 1 billón de euros a tres años a tan solo el 1%. La rentabilidad de los bonos a 10 años italianos y españoles a 10 años se encuentra alrededor del 5%, frente a los máximos del 7,3% de Italia y el 6,7% de Italia, a finales del año pasado. Igual de importante ha sido la disminución de los seguros frente a un default (CDSs) de los bancos: el CDS del italiano Intesa Sanpaolo, por ejemplo, ha caído desde los 623 puntos básicos de noviembre de 2011 a los 321 puntos de este viernes.

Sin embargo, la crisis todavía no ha finalizado. En grados distintos, los países vulnerables tienen dificultades de largo plazo. "¿Habría evitado esta disciplina fiscal la crisis de la eurozona? ¿Sacará ahora de la crisis a los países afectados? La respuesta a ambas preguntas es: no", dice Wolf.

La nueva regla fundamental es que el déficit fiscal estructural de un miembro de la eurozona no debe exceder el 0,5 por ciento del producto interior bruto. En la práctica, esto requeriría que los países tuvieran superávit estructural. Por otra parte, si un país tiene una deuda de más del 60 por ciento del PIB, el exceso se eliminaría a una tasa promedio de 1/20 cada año.

Un país que tiene, como Italia, una deuda de alrededor del 120 por ciento del PIB, disminuiría su ratio a un ritmo del 3 por ciento del PIB cada año. Este marco es aquel al que todos los miembros de la eurozona deben adherirse. Estas reglas deben ser incorporadas como ley, preferiblemente en la constitución.

Este tratado plantea profundas cuestiones legales, políticas y económicas, que apunta Wolf.

1. Tiene más sentido económico ajustar los déficits cíclicamente en vez de déficit actuales.

Considere las posiciones fiscales estructurales en el año 2007, el último año anterior a la crisis.

Fue ese año cuando deberían haber saltado las alarmas de la "crisis". Sin embargo, vimos un gran superávit estructural en España e Irlanda. Ambos estaban mejor que Alemania. Grecia tuvo un déficit estructural importante. Sin embargo, el déficit francés era peor que el de Portugal.

La regla no habría discriminado entre los países vulnerables y los inmunes, ya que hace caso omiso a las burbujas de activos y a la euforia financiera.

2. Considere también las implicaciones políticas y legales. ¿Aceptarían los gobiernos electos los cálculos aproximados de los tecnócratas que no rinden cuentas? ¿Cómo, por otra parte, llegarían a una decisión? ¿Evaluarían los méritos de los modelos econométricos alternativos? Ya que puede haber grandes desviaciones en las estimaciones de los déficit estructurales, ¿cómo se adaptaría un gobierno a los datos reales? Plasmar un concepto que no se puede medir en una ley parece de locos.

En este momento, se está gestando una disputa entre las instituciones europeas y el gobierno español de Mariano Rajoy. Este último ha declarado que su gobierno tiene como objetivo rebajar el déficit fiscal hasta el 5,8 por ciento del PIB desde el 8,5 por ciento de 2011, pero bastante por encima del 4,4 por ciento que había acordado con la Comisión Europea."La CE ha cogido una rabieta", dice Wolf. Pero no se puede obligar a un gobierno soberano a hacer lo que la CE quiere. Los socios de España pueden rechazar ayudarla. Pero eso podría redundar en ellos mismos. Las dificultades fiscales de España son una consecuencia de la crisis, no una causa.

El país experimentó un enorme aumento en la deuda personal a partir de 1990, en particular entre las sociedades no financieras. El boom de la construcción residencial provocó un sustancial endeudamiento de los hogares.

Teniendo en cuenta esto, es muy poco probable una fuerte reducción en el endeudamiento público que sea compensado por un mayor endeudamiento y gasto privado.

Lo más probable es que España entre en una recesión mucho más profunda, junto con un mínimo progreso en la reducción del déficit fiscal real.

En el peor escenario, podríamos asistir a una espiral negativa. En lugar de forzar a España a un rápido ajuste fiscal, sería mucho más sensato dar al país el tiempo necesario para que la reforma radical de su mercado laboral se ponga a funcionar. Y esto llevará unos cuantos años, dice Wolf.

Sin embargo, si la zona del euro está dispuesto a proporcionar el tiempo necesario para que los ajustes que se produzcan, los países con superávit tienen que ser conscientes de su propio papel. Sin lugar a dudas, el surgimiento paralelo de los excedentes de cuenta corriente y el déficit, el flujo transfronterizo de las finanzas y la locura de los prestamistas transfronterizos jugaron un papel enorme en la causa de la crisis actual.

En un artículo publicado el mes pasado, la Comisión Europea manifestó su intención de examinar a un número de países con déficits externos. Estos pecadores no son siquiera nombrados. Es necesario un análisis paralelo de los países con superávit. El documento incluso se plantea la cuestión.

Pero no se atreve a escoger a los países excedentarios para un análisis más de cerca.

Así que, sí, el BCE ha comprado tiempo para la eurozona. Sin embargo, hay pocas cosas que sugieran que ya se ha descubierto la forma para alcanzar el necesario reequilibrio de la eurozona y, sobre todo, lograr el deseado mix de reformas, ajustes y un rápido retorno al crecimiento. En su lugar, el camino elegido parece encaminarse a la única vía del ajuste y austeridad dolorosa. "¿Funcionará? Lo dudo mucho. A lo sumo, podemos esperar muchos baches a lo largo de ese camino", dice Wolf.

Fuentes: Financial Times




[Volver]