La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

Formación, de nuevo

Santiago Niño Becerra - Viernes, 26 de Febrero Hace escasos días recibí un mail con fondo, con mucho fondo. ilustración El que sigue es su texto:

“Vivimos en un pueblo de costa de (nombre de una región española) donde los efectos del huracán “Tocho” son más que evidentes. Mi pareja trabaja (todo indica que no durará mucho más) en una pequeña empresa de construcción que, como la mayoría, ha estado navegando por los bravos mares de la construcción masiva y sin contemplaciones. Ahora lo están pasando francamente mal, están aguantando por que han vivido unos años tan “buenos” que han tenido margen para ir tirando estos dos o tres últimos años tan “malos” pero el asunto está llegando a su fin y, como menciona usted en su artículo de La Carta de la Bolsa de viernes, 15 de Enero, han descubierto “La Gran Falacia”, como tantos y tantos empresarios, y como tanta y tanta gente lo está haciendo últimamente.

Entre las multitareas de mi esposa está el recoger los currículos de los aspirantes y gestionar los contratos de los trabajadores. Evidentemente la cantidad de currantes que tenían antes con la que tienen ahora no tiene nada que ver, llegaron a tener unos 80 obreros y ahora son 12 personas contando personal de oficinas y gerencia, cada mes cuesta más que salga algo de trabajo y pagar los sueldos.

Cada semana llegan al despacho de mi mujer decenas de currículos y gente que se viene a ofrecer para trabajar incluso por debajo de su categoría y cobrando menos, es decir, oficiales de 1тª pidiendo trabajar por un contrato de peón, o en muchos casos, ofreciendo sus servicios sin necesidad de hacerles ningún contrato ni darlos de alta, con el peligro que ello conlleva. Es muy frustrante para ella tener que decir que no pueden contratar a nadie y que además el panorama pinta muy mal, conoce historias de familias que están realmente al límite.

Para un hombre de 55 años que lleva prácticamente toda la vida trabajando en la obra y ahora no encuentra trabajo es una situación muy difícil, ¿qué puede hacer? Formarse, reciclarse para reinsertarse en el mundo laboral, como se está repitiendo incesantemente. Ah bien, venga, como si fuera tan fácil, ¿pueden decirme de qué podemos formar a este señor que pueda garantizar su reinserción laboral? ¿De qué cursos estamos hablando? El otro día mirando los cursos que ofrece el Departamento de Trabajo de (el Gobierno de esa región) vi que, entre otros, ofrecían cursos de alicatador. Perfecto, ya está, solución al canto. Le diremos al señor de 55 años que vaya a hacer un curso de alicatador para que cuando salga vaya alicatando las ... en fin.

El tema de la formación queda muy “guay” es muy correcto políticamente pero la realidad es otra. Yo no se si habrá muchos países donde puedas estar 2 años o más (o los que sean) cobrando el paro sin hacer el huevo; aquí sí. Deberían hacer obligatorio que durante ese período tuvieras que hacer formación, formación acorde con las necesidades del mercado y con cosas innovadoras, eficientes y sostenibles, no cursos de construcción cuando las cosas están como están. Si el individuo no aprovecha ese tiempo formándose desde del día 1, NO cobrará la prestación. También reclamo un control más riguroso de la realización de estos cursos, hay mucho “mamoneo” con algunas de las academias y centros que los imparten, lo único que importa es llenar los informes que tienen que justificar para poder cobrar la pasta de los organismos oficiales, independientemente de que la gente aproveche o no los cursos e incluso que asistan o no a las clases.

Tengo la sensación de que en general somos muy poco exigentes, y en algunos casos mediocres (de corazón que mi intención no es faltar a nadie), lo pienso así. Sólo hay que mirar a nuestro alrededor y reflexionar sobre muchas cosas que hemos permitido que se hicieran: con nuestro paisaje, con la naturaleza, con nuestra salud, con nuestra economía, con nuestros hijos, con nuestros valores, con nuestros sueños… Si tomáramos conciencia de nuestras vidas y no nos dejáramos llevar tanto otro gallo cantaría seguro. Claro que es más cómodo que nos digan lo que hay que hacer sin correr riesgo alguno”.

Mi respuesta fue la siguiente

“Otro problema: la cualificación. Vamos a estar (estamos ya) en una situación de sobrecualificación / insuficientecualificación. De entrada sobra oferta de trabajo, en segundo lugar existe un exceso de personas con una cualificación que nunca podrán utilizar, el tercer lugar en ciertas profesiones faltan profesionales y/o personas con la cualificación necesaria (enfermería, por ejemplo). Lo que sucede es que si a una persona desempleada se le aparca durante un tiempo en una silla de un aula y se le forma, deja de estar desempleada y pasa a estar “formándose”, para cuando acabe volver al desempleo, claro, pero eso ya será otra historia, y más lo será mañana.

Entre los jóvenes es aún más acusado: ¿la última moda entre las/los universitarias/os?, cursar otra licenciatura o grado cuando acaban su actual licenciatura; no tanto un master, sino otra carrera “que complementa sus actuales estudios”. ¿Qué hay en el fondo?, en la mayoría de los casos el desempleo o el subempleo, en todos la falta clara de expectativas, y los jóvenes (los que puede permitírselo, claro), que puede que sean muchas cosas pero que no tienen ni un pelo de tontas/os, optan por lo más seguro que, además, es lo más cómodo. En términos generales malos tiempos para el factor trabajo, y la cosa va a más, a mucho más: la recuperación vendrá por el lado de la productividad, y, además, ya no habrá fondos para formaciones innecesarias.

Si, se puede llegar a percibir el subsidio de desempleo durante dos años, “sin hacer nada más”, pero lo cierto es que, en muchos casos, esa persona, en términos laborales, ya no es necesaria”.

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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