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Funcionarios Fed difieren por utilidad de estímulos

Reuters - Miercoles, 19 de Septiembre

A solo unos pocos días de que la Reserva Federal de Estados Unidos lanzara una tercera ronda de compras de bonos para alentar a una recuperación muy débil y bajar el desempleo, algunos de los principales responsables de la Fed expresaron el martes su fuerte desacuerdo sobre su efectividad.

La semana pasada el banco central dijo que planea comprar 40.000 millones de dólares al mes en valores respaldados por hipotecas hasta que el mercado laboral mejore sustancialmente.

El programa, conocido como QE3 por las siglas en inglés de "tercera flexibilización cuantitativa", apunta a bajar los costos del financiamiento de largo plazo y, eventualmente, estimular el crédito, el gasto y las contrataciones.

Los funcionarios de la Fed en general coinciden en que el desempleo, en el 8,1 por ciento, es demasiado alto. La mayoría está de acuerdo también en que la inflación, que ha oscilado cerca de la meta del 2 por ciento de la Fed, está bastante controlada.

Pero sigue habiendo profundas diferencias dentro del banco central sobre cuál es la mejor respuesta de la política monetaria.

"Soy optimista de que podemos lograr mejores resultados por medio de una mayor flexibilidad de la política", dijo el presidente de la Fed de Chicago, Charles Evans, a un grupo de empresarios locales el martes, en un desayuno patrocinado por Bank of Ann Arbor.

Infatigable defensor del alivio monetario extra en los últimos años, Evans saludó el abrumador respaldo que recibió el panel de política de la Fed para la QE3, en una votación de 11-1 donde solo estuvo en contra el presidente de la Fed de Richmond Jeffrey Lacker.

"Parece que estoy un poco menos fuera del consenso que antes", dijo al grupo.

De hecho, el organismo monetario estadounidense todavía podría hacer más, dijo Evans, como plantear su tolerancia a políticas que podrían derivar en una inflación ligeramente más alta, siempre que esas medidas bajen el desempleo.

Pero minutos antes de las declaraciones de Evans, el presidente de la Fed de Dallas, Richard Fisher, un firme opositor del alivio adicional, dijo que él hubiera optado por la negativa la semana pasada si hubiera tenido derecho a voto este año en el panel monetario.

"Argumentaría que esto tiene menos impacto ahora mismo porque hay otras cosas que inhiben a las empresas de tomar decisiones sobre gasto de capital y empleo", sostuvo Fisher, en declaraciones al canal CNBC. "No creo que este programa vaya a tener gran eficacia", afirmó.

CERCA DE CERO

La Fed ha mantenido las tasas de interés cerca del cero por ciento desde diciembre del 2008, prometió dejarlas en ese nivel por años, y emprendió dos rondas de compras de bonos por un total de 2,3 billones de dólares.

La semana pasada fue más allá, al anunciar además de su programa de compras de bonos de final abierto que dejará las tasas de interés bajas hasta mediados del 2015.

Fue la formulación de una política que se acercó mucho a la que Evans ha impulsado por el último año: una promesa de mantener las tasas bajas hasta que la desocupación caiga debajo del 7 por ciento o que la inflación amenace con superar el 3 por ciento, y comprar bonos si el avance del empleo no es muy rápido.

El martes Evans dijo que el respaldaba "incondicionalmente" la nueva política de la Fed, incluso a pesar de que no fijó metas explícitas para la mejora del mercado laboral.

Con la tasa de desempleo estadounidense en torno al 8 por ciento desde inicios del 2009, "este era el momento de actuar", dijo.

Evans planteó el debate sobre la política monetaria como uno entre los optimistas que creen que un alivio adicional puede fortalecer la economía, y los pesimistas que dicen que sólo desatará la inflación.

Los pesimistas han advertido por años sobre una mayor inflación, solo para ver cómo fallaban sus predicciones, sostuvo.

Los riesgos para la economía estadounidense abundan: una potencial desaceleración global, el riesgo de derrame de la crisis de deuda soberana de Europa y el conjunto inminente de aumentos impositivos y recortes del gasto que se activan a fin de año a menos que actúe el Congreso.

Todos esos factores podrían sacudir a la economía y enviarla de nuevo a la recesión, dijo.

"No podemos ser autocomplacientes y suponer que la economía no será dañada si no se toman medidas", dijo Evans.

(reporte de Ann Saphir en Ann Arbor y Lucia Mutikani en Washington)




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