In Time
Santiago Niño Becerra - Martes, 13 de MarzoSi no la han visto aún, sugerencia, véanla: pienso que es imprescindible (Andrew Niccol, 2011).
Posiblemente conozcan el argumento. En un tiempo indeterminado del futuro (se supone que no es el futuro porque sabemos que no ha sucedido, ya que los ambientes, las vestimentas y la mayoría de la tecnología disponible no tiene nada de futurista: es un problema del que adolecen la inmensa mayoría del films ‘sobre el futuro’), lo único que tiene verdaderamente valor es el tiempo, de hecho si no se consigue supone el fin: quien lo ha perdido ‘se consume’.
Hasta los veinticinco años de edad el tiempo no pasa, a partir de ese momento cada persona cuenta con un año y el reloj que toda persona tiene celularmente construido en su brazo comienza una cuenta regresiva. Para seguir existiendo las personas deben obtener tiempo trabajando, robándolo o comprándolo, y lo suministra quienes lo tienen: un grupo que reside en una zona inaccesible debido a la enorme cantidad de tiempo que debe abonarse en los peajes por lo que se tiene que pasar para llegar y que lo obtienen … depredándolo del resto de la población.
Quienes, literalmente, viven al día deben apañarse para conseguir minutos y horas realizando tareas en centros fabriles o en empresas que pertenecen a esos potentados de la Zona Horaria 4, potentados que controlan el tiempo con que remuneran a sus trabajadores reduciendo tales remuneraciones a voluntad, y el que ese lumpen debe pagar por los bienes y servicios que les suministran las compañías de esos potentados a us precios que también aumentan a voluntad. Al otro lado de ese vivir a salto de mata personas que acumulan miles de años y que son prácticamente inmortales. Ese equilibrio temporal es mantenido por ‘la policía del tiempo’: agentes que controlan que los flujos temporales circulen uniformemente.
“Para que alguien tenga tiempo alguien tiene que morir”, le dice un potentado a alguien perteneciente a esa chusma cuya única función es nutrir de tiempo a la élite.
¿Alegoría de otros mundos, de otras realidades, de otros ambientes?. Sueñen.
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Intervención en los ayuntamientos por parte del Gobierno para pagar atrasos a proveedores y evitar que estas situaciones vuelvan a repetirse a base de inspecciones, controles y autorizaciones previas de gasto, con la consiguiente pérdida de autonomía, claro. Bueno, sí, tal vez, pero nadie dice ni una palabra que algo que, entiendo, se halla en la base de la actual problemática financiera-municipal: el exceso de municipios existente con la consiguiente imposibilidad de financiación para alcanzar un mínimo de servicios de una mínima calidad, y la consecuente multiplicidad de repeticiones y solapes en territorios colindantes. ¿Por qué?.
Entiendo que en España sobran municipios, muchos, y en algunas zonas muchisísimos. Sobran municipios que no son sostenibles financieramente, de ahí la megadeuda y los megarretrasos en los que estos han caído. Insisto: ¿por qué nadie dice ni pío al respecto?.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
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