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La Gran Falacia

Santiago Niño Becerra - Viernes, 15 de Enero La gente, las ciudadanías, creyeron lo que les dijeron: que era posible que cumpliesen sus sueños, indefinidamente. Y al creérselo actuaron de modo que enriquecieron a quienes les convencieron.ilustración

Luego, después: ahora, ha de ser esa ciudadanía la que pague las facturas: su deuda y la de aquellos que les hicieron creer que la felicidad casi-eterna era posible, porque, ¿para qué, si no, está el pueblo?.

El pueblo, antes, era quien moría en las guerras que dilucidaban las disputas que nacían en gabinetes secretos, hoy es quien soporta los gastos derivados de aquel crecimiento infinito que prometieron quienes pusieron en marcha el nuevo crecimiento.

¿Hay diferencia?. Si: entonces el beneficio de aquellas gentes era el de continuar viviendo, hoy ha sido el de continuar viviendo cada vez mejor: teniendo en cuenta como “mejor” ha sido, por la mayoría, entendido: eso es el progreso.

(Puntualización: no había ninguna otra forma posible de que esas gentes viviesen cada vez mejor, de que cumpliesen ninguno de sus sueños, si no se hubiera hecho lo que se ha hecho; es decir: como el objetivo era crecer, no había otra forma de continuar creciendo).

(¿Cuál ha sido la Gran Falacia?, creer que es posible que se cumplan eternamente los sueños).

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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