La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

La ira de los españoles por la clase política deber refrendarse con hechos

Carlos Montero - Lunes, 04 de Febrero

Es posible estar conmocionado sin sorprenderse. Esa es la sensación que muchos españoles vivieron la semana pasada, después de que conocer que el Partido Popular podría estar involucrado en otro caso de espectacular corrupción. Fue un shock, ya que, si las acusaciones resultan ser ciertas, significaría que casi todos los líderes de la principal organización política de España, entre ellos el propio primer ministro, podría haber estado recibiendo pagos sustanciales por fuentes aparentemente oscuras durante casi dos décadas. Si se confirma, sería algo más que un escándalo de corrupción, casi estaríamos hablando de una tradición, comenta Miguel-Anxo Murado en un artículo en el diario británico The Guardian.

"La falta de sorpresa es comprensible. Esta última afirmación no es más que la guinda del pastel en una serie de casos de corrupción, que sirven para poner de relieve la decepción general sobre los funcionarios públicos de España - figuras involucradas en casi todas las instituciones concebibles, desde la judicatura y la policía hasta la corona .

Pero lo que es nuevo no son los fondos de cohecho - el dinero a cambio de favores políticos, el sobre marrón puesto discretamente en un bolsillo, o una organización sin fines de lucro que recauda dinero para niños con discapacidad y lo desvía a una cuenta personal en Belice. Estas prácticas han sido casi una rutina durante muchos años. La novedad está en la ira o, más precisamente, que la ira se ha convertido en algo más sólido: la amargura. Por supuesto, la crisis económica en España ha sido el catalizador - cuando la marea está baja se puede ver el fondo rocoso del mar. Privados de dinero en efectivo, el andamiaje de los favores políticos y empresas en la sombra se está derrumbando, permitiendo que muchas cosas salgan a la luz. Pero el cambio viene también del hecho de que la crisis ha convertido a la política desde un documental aburrido a un reality show. Una recesión económica no sólo es la manera en la que Dios nos enseña economía, sino que también hace que el público se interese por lo que pasa en el gobierno.

¿Y ahora qué? Si las sospechas sobre el partido en el poder se confirman, incluso en lo más mínimo, el primer ministro tendrá que irse. No puedes decir a los ciudadanos que paguen sus impuestos cuando no ha pagado los suyos durante años.

Pero existe el peligro de que el caso se prolongue durante meses, dando la oportunidad a que los dos principales partidos trabajen en equipo y se pongan de acuerdo para adoptar nuevas leyes sobre las finanzas de los partidos. ¿Buena idea? No. Hemos visto todo eso antes, la excusa de una "clara ruptura con el pasado" para colar una amnistía retroactiva. Esa fue una de las primeras decisiones de este gobierno cuando asumió el cargo: una amnistía oficial para los evasores de impuestos. Incluso en el raro caso de que un político vaya a la cárcel, por lo general será tranquilamente indultado por el gobierno, que tiene el poder de hacer caso omiso a los jueces. El actual ministro de Justicia ya ha emitido cientos de estos indultos, con un enfoque particular sobre los políticos. En noviembre pasado, cuando 200 jueces le enviaron una carta de protesta por este "abuso" de poderes, su respuesta fue que perdonar es "una tradición que se remonta a 1870", que tiene que mantenerse. Buenas viejas tradiciones.

La ira pasa, la amargura no. Pero la amargura por sí sola no es un plan de acción. ¿Qué hacer, entonces? Algunos ponen sus esperanzas en unas elecciones anticipadas que podrían echar a un lado a los partidos más grandes, en la ingenua suposición de que los partidos más pequeños son diferentes (que lo son, pero no lo serán una vez que se conviertan en poderosos). Otros ponen toda su confianza en un cambio revolucionario, una revuelta pacífica de la calle. Hubo una hace dos años, el movimiento de los indignados. Los ciudadanos lo apoyaron de todo corazón, pero luego dieron una victoria aplastante a... el Partido Popular. El escepticismo acerca de nuestros líderes no es suficiente. También debemos ser escépticos acerca de nosotros mismos. ¿Podría ser este el caso que rompa con la tendencia? Por lo menos ahora estamos en un estado de ánimo para cambiar las cosas. Hasta ahora, ni siquiera nos importó lo suficiente. Eso es una mejora."

Fuentes: Miguel-Anxo Murado - The Guardian




[Volver]