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Las deudas del reino

Santiago Niño Becerra - Martes, 09 de Febrero A las 07:30 h de la mañana del 5 de Febrero, el Breaking News de Bloomberg venía encabezado por una noticia cuyo título lo dice todo: ilustración "Stocks Slump, Euro Drops, Bond Risk Soars on Jobs, Debt Concern" (http://www.bloomberg.com/apps/news?pid=20601087&sid=a7MXiUxt8EVU&pos=1). Es España, ¡evidentemente!, pero no sólo es España.

Lo que está empezando a pasar: em-pe-zan-do, no es sorprendente: es el resultado de un modo de hacer que ha dado de si todo lo que de si podía dar: se ha estado viviendo de crédito: entidades financieras, compañías no financieras, familias, personas físicas; ahora, para seguir un poco más, para prolongar la jugada, para ganar unos meses a la suerte, se está recurriendo a más crédito: a la deuda pública: España, Grecia, Portugal, ¡claro!, pero no sólo.

El problema de la deuda es doble: te la tienen que comprar, y la tienes que pagar. Habitualmente sólo se habla del primero, pero el segundo es tanto o más importante. Ya, ya, según sean las expectativas del segundo será el primero, pero también entra en juego el tema de las re-financiaciones: en el fondo puros aplazamientos por imposibilidad de pago. Y entonces se entra en un círculo vicioso: de quien se duda que pueda pagar más caro ha de pagar cuando pague, ... pero eso hará más difícil que pueda pagar.

Hasta ahora eso no ha sido un problema: el negocio de prestarles pasta a los países subdesarrollados estaba precisamente en eso: pagaban los intereses y aplazaban, lo que suponía más intereses que también pagaban, y vuelta a aplazar. No ha estado mal, el problema es que esa vía ya no es viable: ni los intereses van a poder pagar y, paralelamente, además, son las economías desarrolladas las que se están cargando de deuda. España, si, pero no sólo.

España tiene dos problemas. Uno es global, postglobal, más bien, y lo tiene todo el planeta: es el agotamiento del sistema, es la crisis sistémica que está llegando; el otro es local: propio, y está producido por las consecuencias de demanda ficticia que se ha estado generando a base de crédito y que ha dejado el país sembrado de unas deudas que son inasumibles para la capacidad económica que España tiene. “España no es Grecia”, no, no lo es, pero las estructuras de sus modelos productivos se parecen.

Primero ha sido el Estado, ahora vienen los entes locales: de nuevo: es el informe de Standard & Poors, pero no sólo. Las regiones, los ayuntamientos: dicen de algunos, de varios, que ya no están pagando. Las regiones tienen un gran problema: dependen del Estado: por si mismas, ¿serían todas viables?; los ayuntamientos otro: han dependido de ingresos que se han ido y que no van a volver. La salida es el dejar de invertir, el recortar gastos, la deuda. El primero tiene consecuencias: profundiza en las carencias; el segundo implica bajada en actividades relacionadas; el tercero supone trasladar pagos al futuro ... suponiendo que esa deuda sea comprada.

La deuda. Cuando la economía era financiera (atención al tiempo verbal) el negocio antes descrito iba como un tiro: se movían bits de ordenador de un servidor a otro, dinero electrónico, representación de un valor que se suponía; ¿por qué se aceptaba eso?, pues porque se daba por sentado que las deudas se pagarían o que se refinanciarían: había confianza. Pienso que los libros de Historia de mañana dirán que una de las consecuencias de la crisis sistémica ante la que nos hallamos fue el fin de la economía financiera tal y como la entendíamos, que la crisis fue el fin de un sueño final. OK, entonces, ¿hacia donde vamos?.

Hacia lo verdaderamente real, hacia los “fundamentales”, ¿quién se acuerda ahora de ellos?. Ud. es un país, yo tengo “posibilidad de permitirle a Ud. que no pague lo que consuma”, pero si le permito eso, eso que Ud. consuma puedo indicarle donde y a quien debe solicitarlo, y la contraprestación que le solicite pueden ser los rendimientos de esa cuenca minera que Ud. tiene en su territorio, o de ese yacimiento gasístico, o de aquellos manantiales de agua, o el uso de tantos cientos de miles de hectáreas, o la utilización del conocimiento de tantos de sus científicos.

Quienes tengan la capacidad de permitir que una economía, que una empresa, ¿por qué no?, que una familia, consuma y no pague, ¿se va a conformar AHORA con la promesa de que dentro de no-se-cuando le va a dar unos bits de ordenador?, pienso que no, desde luego no sería lógico que lo hiciera.

“Entonces, ¿volveremos a las mercancías como dinero?”, dice el del fondo; bueno, si lo quieren decir así ... En consecuencia habrá que empezar a pensar en quienes tienen recursos, mejor aún: en quienes controlan los recursos. Ya lo hemos dicho aquí, lo recordamos: ¿cuál es el tema central de “A quantum of solace”? (Marc Forster, 2008).

(El tema de los controladores aéreos del reino es de vaudeville: mientras “España fue más que bien”, ningún ministro dijo que la remuneración de los controladores era de escándalo, ahora que es un argumento propagandístico de manual sí es un problema: tienen culpa quienes ganan mucho: ahora banqueros y controladores, mañana, ¿futbolistas y pilotos de F-1?, ¿neurocirujanos salvavidas también?. Ahora resulta que las remuneraciones han de estar en función de la situación, no del valor añadido generado; ahora, no antes, ¿o antes si y ahora no?. País).

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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