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Más sobre lo que está pasando

Santiago Niño Becerra - Viernes, 20 de Febrero Hace unos días me invitaron a dar una charla a un exclusivo club, créanme, muy exclusivo. Cuando me invitan a charlas de este tipo, donde sea, siempre las enfoco igual: llevo un PowerPoint con cuatro diapositivas (literal: cuatro), estoy hablando durante quince minutos (de reloj), y luego la concurrencia pregunta lo que cree conveniente (la gente no quiere oír mi rollo, la gente quiere respuestas a las preguntas que ya se trae de casa. ¿Qué mi sistema es más duro para mi?, sí, pero les aseguro que es mucho más interesante).

ilustraciónBien, lo que les decía: el exclusivo club. Pues bien, no diré que me sorprendió extraordinariamente, pero sí un poco: aquellas exclusivas personas miembros de aquel selecto club, ostentadoras de un poder económico extraordinario (personal, claro, pero sobre todo generador de PIB), tenían muchas dudas, muchas preguntas, muchas cábalas, muchas incertidumbres, algunas, incluso, muchos temores. Resumen del resumen: personas que tienen la capacidad de generar mucho PIB desde la oferta, pero mucho, mucho, se hallan desorientadas; cierto es que no les temblará la mano cuando tengan que tomar la decisión que deba ser tomada tenga esta las consecuencias que tenga, el problema es que no tienen verdaderamente claro qué deben hacer: ahí radica el tremendismo de la situación.

“Las cosas no van”: ya se sabe. Se está inyectando pasta en el sistema y las cosas no van; se están produciendo reducciones masivas de factor trabajo, la creciente necesidad de crédito está creando una psicosis de ausencia de liquidez; cada vez más, nadie se fía de nadie: “Antes los bancos no se fiaban de la gente, ahora es la gente la que no se fía de los bancos”, me dijo tras mi charla en el exclusivo club uno de los selectos asistentes. Es una cuestión de falta de confianza, claro, pero ya estamos llegando al siguiente nivel: es una cuestión de imposibilidad de poder actuar porque, ¿qué hacer?: una de las preguntas que me formularon en el club: “¿Qué políticas podrían tomarse?” (sutil: la pregunta, implícitamente, está dando por supuesto que lo que se está haciendo no está sirviendo / no va a servir para nada).

Hace, también, unos días recibí un mail de un lector. Quien escribía es director financiero en una pyme, aunque actualmente él mismo se definía como un “recobrador de morosos”. En un punto de su escrito decía:

“Por definición de riesgo y el bajo valor añadido y de capitalización de nuestros clientes, siempre hemos tocado las grandes obras de refilón y con avales por delante”. ¿Su operativa?, esta:

“Llegabas a una obra preguntando:
- ¿Cuántos te mando?.
- ¿A que precio?, respondían.
- A 22.50.
- Fulano a 21.
- Ok, 20.50.
- Ok, hecho”.

Las ventas creían, contaba, y creían: durante nueve años no han cesado de aumentar. A día de la fecha decía que estaban cayendo a una velocidad de más de un 35%.

Esto es lo que está pasando: vamos a menos, a menos, a menos; ¿porque no se sabe ir a más?, no, porque no se puede. Una crisis sistémica se caracteriza porque no se puede continuar funcionando del mismo modo como se funcionaba, y toda institución o entidad, estatal y privada, y toda persona, física y jurídica, continúa, a día de la fecha, funcionando más o menos igual a como funcionaba antes.

Continuarán descendiendo las ventas, continuarán aumentado las reducciones de plantillas, continuará la tendencia descendente de todo lo que, de una u otra manera, contribuye a la generación de PIB, y quienes deciden, continuarán aplicando un manual cuyas recetas no sirven.

Esa fue mi conclusión resumen en el exclusivo club en el que pronuncié mi charla; sinceramente, no me quedó claro que todas las personas que asistieron entendieran lo que eso supone (entre otras razones porque eso, a ellas, les supone muchas cosas).

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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