A principios de diciembre pasado, el oro alcanzó un récord histórico de 2,125 dólares la onza, y a partir de ese momento ha construido una base firme por encima de los 2,000 billetes verdes, por lo que creemos que en el presente año tocará nuevos máximos.
De hecho, en Top Money Report sostenemos que “los 2 mil dólares la onza son los nuevos mil dólares”, aludiendo al tiempo en que el oro superó de manera definitiva la “barrera sicológica” de los mil dólares para nunca más caer por debajo de ese nivel. Lo mismo pasará ahora con los 2 mil dólares, después con los 3 mil, y así sucesivamente.
El alza del oro es tan cierta como el amanecer de mañana, mientras vivamos en el mundo dentro un sistema monetario fíat en el que la expansión monetaria y de la deuda, es permanente.
Por si eso fuera poco, el WGC identifica tres factores adicionales que impulsarán el desempeño del rey monetario: las fuertes compras de los bancos centrales – que aumentan sus reservas de oro oficiales-, la sólida demanda minorista y los riesgos geopolíticos.
Oro: el “ganón” del siglo XXI
Como le decía, el rey de los metales ha tenido un desempeño superior. El oro logró una rentabilidad del 12.8 por ciento anual, superando tanto a los bonos como a las materias primas en general, mientras que el Standard & Poor´s Goldman Sachs Commodity (S&P GSCI) de materias primas registró un rendimiento anual de menos 4.3 por ciento.
Así, el oro produjo un rendimiento anual compuesto en dólares del 7.8 por ciento en lo que va del siglo XXI, por arriba del 7 por ciento que generó el índice bursátil de referencia S&P 500, el más importante del planeta.
Luego de cotizar sin cambios gran parte del año pasado, el oro y la plata repuntaron fuerte en el cuarto trimestre, aumentando un 11.4 y un 7.2 por ciento, en la misma relación.
El gráfico a continuación se remonta a principios de siglo para comparar las trayectorias de los índices Standard & Poor´s 500 Total Return (S&P 500 TR, línea azul) y el DJCI Gold TR del precio del oro (línea amarilla), que –a diferencia del S&P 500 y del DJCI Gold habituales– al incorporar los dividendos, que se suman al patrimonio de los accionistas, representan de forma más real el impacto del comportamiento de las bolsas y del oro en las carteras de los inversores.
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