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Parecía que la cosa podía mejorar, hasta que los políticos hablaron

Carlos Montero - Martes, 16 de Octubre

Durante el verano hubo una serie de acontecimientos que justifican el optimismo sobre las posibilidades de supervivencia del euro. Desde finales de septiembre, sin embargo, los líderes políticos de la zona euro han hecho todo lo posible para frustrar estas esperanzas.

Entre los aspectos positivos se encuentra la decisión de mejorar el Mecanismo Europeo de Estabilidad, el fondo de rescate para países con problemas, que permite la recapitalización de los bancos directamente, la aprobación del Tribunal Constitucional alemán del ESM, el surgimiento de una mayoría pro-europea de las elecciones holandesas, y el Banco Central Europeo, revelando su gran, pero condicional, bazooka de compras de bonos (OMT).

Y luego todo se fue al traste.

Primero porque Alemania insiste en que cualquier recapitalización bancaria directa del ESM debe estar cubierta por una garantía soberana, comenta el economista de Citigroup, y gurú de los mercados, Willem Buiter.

Segundo, Alemania y sus aliados quieren que el papel de supervisión del BCE se limite a un número reducido de grandes bancos, principalmente los bancos transfronterizos. Pero se pueden crear grandes problemas por grupos de bancos nacionales, como lo demuestran los Landesbanken y las Cajas. Además, Alemania y los otros partidarios de un papel minimalista de supervisión del BCE desean retrasar el inicio de su función de control y por lo tanto también el comienzo de la recapitalización bancaria directa por parte del ESM. Por último, los ministros de Finanzas de Alemania, Holanda y Finlandia sostienen que no debería haber mutualización por el ESM de la deuda soberana de recapitalizaciones bancarias pasadas, incluyendo la de España. En el caso de Irlanda, que incurrió en una deuda para recapitalizar los bancos de unos 63.000 millones de euros, esto aumentaría significativamente los riesgos de un default soberano de Irlanda.

Tercero. El apoyo del programa de compras de bonos por parte del BCE no se activará hasta que un país lo solicite y se cumplan todas las condiciones, entre ellas que el país adopte las medidas necesarias para que sea compatible con el programa. España, el principal candidato, está haciendo todo lo posible para retrasar lo inevitable.

Cuarto. Las condiciones para que Grecia se mantenga dentro del euro no se cumplen. Grecia no está conforme ni con la austeridad fiscal ni con la condicionalidad de las reformas estructurales, incluidas las privatizaciones. Evidentemente, es deseable que el país pueda salir adelante con mientras afronta las medidas de austeridad fiscal, pero esto requiere financiación - probablemente entre 10 mil millones y 15 mil millones adicionales de aquí a finales de 2014, con una financiación adicional en los dos años siguientes. 

El motivo de la visita oficial a Grecia de la canciller Merkel, en opinión de Willem Buiter, fue sobre todo para el consumo interno alemán y obtener una coartada para la salida de Grecia del euro ("Grexit").

El BCE sostiene que si comparte la carga de deuda de un país, como realizar una quita sobre su deuda, estaría financiando directamente a un país y eso está en contra de la ley. Grecia, entonces, saldrá del euro si no logra una condonación de la deuda de alrededor de 300 mil millones de deuda pública que quedan. Para seguir cumpliendo con la legislación europea, el BCE tendrá que fingir ser un bastión en cualquier reestructuración de la deuda.

El gobierno griego espera conseguir un pequeño superávit primario el próximo año, existe la esperanza de un renacimiento económico, siempre y cuando Grecia se tome en serio las reformas estructurales del mercado de trabajo, sus profesionales, su sector público hinchado, su administración tributaria y la gestión del gasto público.

Para salvar el euro, es necesario un movimiento rápido hacia una completa unión bancaria.

Esto significa que el BCE se convierta en supervisor de todos los bancos de la zona euro, con un único régimen de resolución bancaria en toda la zona euro y un único régimen de garantías de depósitos y de fondos, que también cubra el riesgo de reconversión. La unión bancaria es necesaria para restablecer el mecanismo de transmisión monetaria de la eurozona, destruido por los bucles perniciosos de retroalimentación entre la deuda soberana y los bancos.

También necesario para salvar el euro y crear las condiciones para que vuelva el crecimiento, es una reestructuración de la deuda de los países en mayor dificultad: Grecia, Portugal, Irlanda, Chipre y, posiblemente, España, Italia y Eslovenia.

El hartazgo en la periferia por las medidas de austeridad y el cansancio también de los países centrales por poner dinero para rescatar a los países más débiles, ha provocado que el BCE sea el único Papá Noel capaz de llenar los vacíos de solvencia de los países y de los bancos de la zona euro. Sin embargo, cualquier intento por parte del BCE para jugar este papel a una escala suficiente para hacer una diferencia material podría causar una salida de los países fuertes del euro, que rechazan que el BCE tenga carta blanca para actuar como un mesías. Con seguridad, el año que viene volverá a ser animado.

Fuentes: Willem Buiter (economista jefe de Citigroup)




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