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Pensiones: más, y más, y más

Santiago Niño Becerra - Lunes, 08 de Marzo Más años a cotizar para cobrar, más años trabajando para llegar, menos importe en relación al último importe de tu vida laboral. ilustraciónYa, podría ser una estrofa de una composición del grupo Escape, pero es la última propuesta aparecida sobre las pensiones.

Y, además, dice la propuesta que la reforma de las pensiones es urgente: lo vuelvo a decir: hace diez años el panorama que presentaban las cuentas de la Seguridad Social española, sección pensiones era esplendoroso; ¿qué ha sucedido en estos diez años?, o ... que sucedía entonces que entonces no se dijo.

La razón que da la propuesta para la urgente reforma es demográfica: como la población tiende a decrecer y la esperanza de vida a aumentar, no habrá pasta para pagar. (Si, también podría ser otra estrofa de otra pieza de Escape, o de la misma; no es provocado, me ha salido así). Pero la razón no es esa, pienso, sino la tendencia hacia el incremento de la productividad que está llevando al hundimiento en la necesidad de factor trabajo, entendiendo como tal “actividad desarrollada por humanos”.

Esta propuesta, entiendo, dice con palabras muy técnicas algo que es absolutamente inevitable, que las pensiones de jubilación medias tienen que decrecer porque la masa global a recaudar será menor debido a que el número de trabajadores que cotizarán será menor y por un importe medio también menor ya que sus remuneraciones medias serán así mismo menores. Es decir, a menor masa a repartir durante, al menos, el mismo número de años, menor cociente, es decir, menor pensión. (Ya he comentado que pienso que a medida que el modelo de protección social vaya recortándose la esperanza de vida dejará de crecer, incluso pienso, descenderá).

Uno de los elementos más curiosos de la propuesta dice que la cantidad dineraria percibida en la primera pensión en relación al último salario no tiene porque decrecer si se produce crecimiento económico, es decir, si aumenta el PIB; pienso que no va a ser así, al contrario: tendemos, el planeta, Europa, España, hacia un menos PIB pero hacia una mucho mayor productividad.

En términos actuales, vamos hacia un proceso de decrecimiento (insisto: menor PIB), hasta que el sistema, a través del nuevo modelo que se ponga en marcha tras el cambio sistémico que se implemente tras la crisis, alcance una situación de equilibrio determinada por la cantidad de bienes y servicios necesaria obtenidos en función de la máxima eficiencia, cantidad que será producida por las horas de trabajo precisas trabajadas por las personas necesarias según una organización que maximice la productividad en cada momento; en un escenario como ese, ni aunque los robots cotizasen a la Seguridad Social (en Francia, en los a principios de los 90, se propuso), se generarían los fondos necesarios para mantener la actual estructura.

Pienso que debemos ir haciéndonos a la idea de que la persona anciana media de mañana será más pobre de lo que lo es hoy. Habrá excepciones, claro: ¡siempre las hay!, pero el jubilado medio de aquí y de allá tenderá hacia el empobrecimiento, sea porque su pensión -si la tiene, que esa es otra: aunque muy disminuido, ¿podrá seguir existiendo el sistema de pensiones?- será “bastante insuficiente”, sea porque la pensión que percibirá será tan baja que deberá seguir trabajando -si puede, si se lo permiten- en tareas de menor valor y menor remuneración, lo que supondrá una caída en su poder adquisitivo.

La evolución de este conjunto de elementos (que, pienso, será parte del próximo cambio sistémico) será la pérdida del concepto de “jubilación” entendido como “cese total de la actividad”. Quienes sean necesarias/os, aunque su actividad decrezca, no se jubilarán jamás, junto a estas personas otras que siempre “estarán jubiladas” porque nunca serán necesarias. Con el tiempo el escenario tenderá a equilibrarse: la tasa de natalidad descenderá.

Algo completamente distinto al panorama actual, ya, pero es que una crisis sistémica supone cambios de ese calibre.

(El pasado Viernes subió en DJIA porque en USA el número de nuevos parados había sido menor al esperado; vale, OK, pero es curioso que no influyese que había aumentado en 0,5 millones el número de trabajadores obligados a aceptar una reducción de jornada -y de salario- en contra de su voluntad, ¿o sí influyó?). 

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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