Polvos de ayer, barros de hoy
Santiago Niño Becerra - Jueves, 28 de Agosto No la habíÑ‚Âa visto y la vi hace unos díÑ‚Âas. Me refiero a un film: "Alatriste" (AgustíÑ‚Ân DíÑ‚Âaz Yanes, 2006). Empecé a verla con el único ánimo de distraerme, sin embargo, a medida que las imágenes iban avanzando, no pude dejar de sumergirme en aquel siglo tan tremendo que fue el XVII y que la pelíÑ‚Âcula muestra tan bien.España pudo ser LA potencia europea por la sencilla razón de que, durante más de un siglo, fue, prácticamente, el único Estado que dispuso de metal, básicamente plata. Sin embargo, España se dio de bruces con una triple realidad: una monarquíÑ‚Âa inepta y una administración absolutamente ineficiente, una estructura religiosa que utilizó la religión con fines políÑ‚Âticos, y una ausencia clamorosa de algo que pudiera asimilarse a una burguesíÑ‚Âa.
La Corona española y la corte de validos, nobles y alta curia se gastaron la plata que España expolió de América en palacios, iglesias y catedrales, caceríÑ‚Âas, fiestas, banquetes y artíÑ‚Âculos de lujo, la inmensa mayoríÑ‚Âa importados, por cierto; y, lo que quedó -cuando algo quedaba- se lo gastó en malpagar a ejércitos de mercenarios que se dedicaban a combatir por Europa a mayor gloria de la Corona española. El capitán Alatriste fue miembro de uno de esos ejércitos.
España se dedicó a malgastar la plata americana y, cuando esos gastos no productivos empezaron a ser superiores a los ingresos, se dedicó a acuñar moneda de cobre y a manipular su valor nominal. ¿Lo que sucedió?, una inflación del 430% y una crisis, en 1680, de la que España ya no se recuperaríÑ‚Âa jamás.
A partir de aquíÑ‚Â comenzó el estancamiento de España, un pasar sin pena ni gloria, un creciente ninguneo por parte de los Estados potentes de Europa (en el Congreso de Viena de 1815, España ni siquiera fue invitada a participar), un arrastrarse por una senda económica sustentada en una agricultura ineficiente propiedad de terratenientes absentistas, un sobrevivir con una actividad manufacturera arcaica y sin inversión que no pudo arrancar la Revolución Industrial, un estar con un comercio con América como único y mal llevado referente. Y asíÑ‚Â hemos continuado.
Esta introducción -larga- histórica viene a cuento de un tema del que, hasta ahora era taboo (asíÑ‚Â escrito queda mejor) hablar: la “morosidad” de quienes en su díÑ‚Âa fueron investidos con un crédito -empresas, familias, individuos- y que ahora no pueden pagar sus cuotas.
Se ha dicho que el hecho de que la morosidad en España sea tan baja ha influido mucho en los buenos resultados que hasta ahora la banca ha estado mostrando. Cierto, la morosidad ha sido baja, aunque está creciendo y mucho, pero, ¿qué sucederá con la morosidad cuando haya que pagar las deudas privadas que ya ascienden al 215% del PIB en una atmósfera de actividad económica decreciente?.
No hace mucho, dijo un banquero que más del 80% de los ingresos de su banco procede de la actividad comercial; dijo otro que su banco funciona de maravilla cuando se manifiestan problemas; ¡fantástico!, pero debíÑ‚Âan haber añadido “Hoy”; ¿qué les sucederán a esos ingresos y a ese funcionamiento cuando la actividad empiece a ralentizarse de forma ostensible?. Porque, además de los ademases, la banca española ha estado concediendo endeudamiento con una pasta que, en su mayoríÑ‚Âa, veníÑ‚Âa de fuera: a 0,7 billones de euros asciende el saldo vivo de la deuda de las entidades financieras españolas.
España es, hoy, lo que es: una economíÑ‚Âa que representa menos del 9% del PIB de Europa y con unas estructuras que fueron metidas, primero, en la Revolución Industrial y, después, en la globalización, pero sin que ni una cosa ni otra estuvieran en sus genes porque en los genes de España, desde el siglo XV, habíÑ‚Âa otra información. Y si no les gusta pensar en el financiero, piensen en otros subsectores.
(¿Será porque estamos en Verano y conviene sacar un Nessie?. Ya estamos otra vez con el envejecimiento de la población europea, y claro, se hace por el sistema de prolongar la recta: en el 2060 habrá una persona jubilada -con criterios actuales- por cada dos activas; vale, ¿y?. Vamos a ver, de entrada hablar de lo que en términos demográficos va a suceder en el 2060 con la mentalidad del 2008 y desde la estructura económica del 2008, es un sinsentido. Desde el mismo momento en que la crisis del 2010 se muestre como inevitable, la productividad comenzará a crecer y, a la vez, el gasto en protección social se hundirá.
A partir de que las primeras manifestaciones de la crisis se vayan haciendo evidentes, la esperanza de vida comenzará reducirse (a este respecto, lo que está sucediendo en las repúblicas que formaban la URSS es un buen espejo donde mirarse); ¿por qué?, pues porque en un porcentaje elevadíÑ‚Âsimo de casos, la esperanza de vida es la que es debido al nivel que ha alcanzado el gasto en protección social. Si no lo entienden, dense una vuelta por un centro de salud de un barrio marginal (y no tan marginal) y lo entenderán.
A la vez, la población desempleada se disparará, en parte porque la actividad económica se reducirá, en parte porque la productividad aumentará; como consecuencia la recaudación fiscal disminuirá al igual que las rentas personales, y a menor renta, menor cuidado personal, peores hábitos alimentarios, peor calidad de vida ! que no será compensada por un Estado con ingresos a la baja en un escenario de crisis del modelo social.
Una esperanza de vida a la baja, una productividad al alza, ¿para qué se necesita una mayor población de rentas medias precarias?.
Y, además, estamos hablando del 2060: un períÑ‚Âodo de máxima tensión en el que el sistema económico actual estará literalmente agonizando y completando su transición al próximo (para que se hagan una idea, en el año 2060 sucederán cosas estructuralmente parecidas a las que sucedieron en 1814 / 1815). Mi sugerencia: ocupémonos de los problemas que tendremos a cinco años vista, y ni no gastemos ni un segundo con los que no tendremos dentro de cincuenta años, a no ser, claro, que se esté explicando esta pelíÑ‚Âcula del envejecimiento para justificar los recortes del gasto social que ya han comenzado).
Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de EconomíÑ‚Âa IQS. Universidad Ramon Llull.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
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