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¿Qué ha sucedido?

Santiago Niño Becerra - Miercoles, 15 de Septiembre "La idea de que la crisis está ya detrás de nosotros es una completa equivocación. La recuperación es débil, está plagada de incertidumbres". M. Dominique Strauss-Khan, director gerente del FMI (El País 14.09.2010, Pág. 17). ilustraciónHace exactamente cuatro años, en la cumbre de Singapur, el Dr. Rodrigo Rato, entonces a la cabeza de la institución, exclamó exultante que "el mundo iba bien". ¡Hace cuatro años!. ¡¡¡¡Cuatro!!!!. ¿Qué ha sucedido para pasar de aquello a esto?.

“No hay victoria sin empleo, y el paro va a seguir ahí mucho tiempo”, (mismo autor, misma fuente). “El mercado laboral está en una situación catastrófica y ha dejado en una zona desértica a 30 millones de parados en apenas tres años” (Ídem) (Y eso sin hacer referencia a las mil y una variantes de la “economía informal”). “(...) 440 millones de jóvenes se van a incorporar al mercado laboral en todo el mundo durante los próximos 10 años” (Ídem de ídem). ¿Qué ha sucedido?.

La crisis sistémica de los años 30, la Gran Depresión, llegó porque la estructura económica y social era incapaz de absorber toda la producción que fue capaz de crear la productividad creciente de una estructura productiva en expansión: sobreoferta y subconsumo; no se rían: solucionar eso era relativamente sencillo: consistía en montar algo para que el sistema fuese-a-más; se hizo, y se solucionó el problema (con unos coste horripilantes, claro, pero eso es una constante humana que, pienso, tardaremos milenios en cambiar).

Cuando el Dr. Rato expresó en Singapur la idea referida, el planeta (en términos medios, evidentemente) había alcanzado el máximo de los máximos económicos desde el Bing-Bang (con unas diferencias internas alucinantes: más que hacía 30 años, pero estamos en lo mismo de antes). Sin embargo, ese máximo de los máximos tenía truco: se había alcanzado suponiendo cosas que no eran ciertas: existencia ilimitada de commodities, haciendo cosas conceptualmente incorrectas: permitiendo que toda aquella persona que tuviese una mano para firmar se endeudase por el importe que quisiese a un precio ridículo, y dando por supuesto que el consumo de todo iba a continuar creciendo a fin de cubrir los constantes aumentos de capacidad productiva que se iban produciendo ... al dar por supuesto que el consumo seguiría aumentando. (No es que quienes supusieron eso fuesen subnormales, es que, al margen de que lo creyesen o no, no había otra alternativa: o se suponía eso y se actuaba en consecuencia o no se crecía, de ahí lo de que nadie ha tenido la culpa de nada).

La panoplia de soluciones que ahora se pondrá en marcha y que supondrán la introducción del modelo económico en uso durante los próximos 50 años no estará en la línea de la que se implementó en los años 30, del mismo modo que la solución que se implementó entonces no estuvo en la línea de la que se puso en marcha en 1875. La gran diferencia con el pasado, es que ya no nos hallamos en una onda sistémica ascendente sino en una descendente, es decir, el sistema ya no está yendo a más, sino a menos, preparándose para su mutación si las cosas suceden como hasta hora han sucedido, y parece que así va a ser.

Y quienes tienen que saber esto ya lo saben. Estamos ya, y por ahí van a ir los tiros, en un modelo en el que cada vez hará falta menos recursos -entre ellos el factor trabajo- para hacer las cosas que se hagan: menos cosas que ahora, y cosas que serán diferentes: cosas necesarias; cosas que serán hechas de forma cada vez más eficiente: utilizando muchos menos recursos, entre ellos el trabajo, si. Y quienes tienen que saberlo, insisto, lo saben: “(...) ni siquiera puede hablarse de recuperación genuina si no se crea empleo” (Ídem): M. Strauss-Khan, pienso, es muy claro, aunque aún no ha dado el paso final: decir que nadie piense en una recuperación al viejo estilo: no va ser posible porque no se va a crear la ocupación que para ello sería necesaria debido a que el modelo que va a implementarse no va a necesitar tanta población ocupada como el que ahora se está muriendo, por lo que el desempleo va a continuar creciendo: sobra oferta de trabajo y no existe demanda que cubra esa oferta ni va a haberla en el futuro: el viejo modo-de-hacer-las-cosas jamás volverá.

¿Qué ha sucedido?, pues que, parafraseando a Pablo Neruda, nosotros, los de entonces, somos los mismos pero el escenario es diferente porque ahora toca representar otro acto.

(Un apunte a la secuencia expuesta en el párrafo que comienza con “Cuando el Dr. Rato expresó en Singapur ...”. Esa dinámica es aplicable a todas las economías, pero a la española más: partía de mucho más atrás (de ese crimen de la dictadura del general Franco nadie dice ni pío), y su base estructural era muy débil. Por ello su productividad es baja: ¿para qué invertir si el valor que producimos no justifica esa inversión?.

Ello se traduce en el mucho peor posicionamiento español para afrontar los efectos de la crisis: como cada vez menos prestamistas le van a dejar fondos a España a ningún precio debido a su decreciente fiabilidad, España va a tener que adaptar su gasto a sus ingresos, unos ingresos que van a ser decrecientes (como en todas partes). Problema adicional: el particular modelo español que genera empleo sólo si la economía crece, como mínimo, al 2%. Problemas colaterales: el fin de los fondos de cohesión (0,9% del PIB) y la creciente tendencia a que “cada palo que aguante su vela”.

La ventaja (?): en el caso español la pregunta -¿qué ha sucedido?- es mucho más fácil de responder.

(Va a pasar a la Historia: seguro: lo de “la generación perdida” a la que se refirió M. Strauss-Khan en Oslo el pasado Lunes: los jóvenes actuales. Se equivocó: la comparación es completamente errónea: ojala de entre esas jóvenes y esos jóvenes surgiese una nueva Generación Perdida: además de por el empeoramiento en sus condiciones de vida con respecto a sus padres, pasarían a la Historia por algo verdaderamente bueno).

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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