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RECUERDEN QUE EL HUNDIMIENTO DE NUESTRA SEÑ‘ORA DE ATOCHA EN 1622 PROVOCÑ“ UN CAOS EN ESPAÑ‘A

Redacción - Lunes, 31 de Enero ilustracionJulian Crespí Se comenta que las cajas necesitarían alrededor de 80 mil millones de euros para reforzar correctamente su solvencia. De sobras es sabido que las cajas de ahorros no pasan por su mejor momento, por decirlo de una forma suave. Y así como las cajas tantos otros, como por ejemplo las comunidades autónomas. Artur Mas ha reconocido que sólo tienen para pagar las nóminas de los próximos dos meses (vaya, ¿y cómo piensan devolver el capital de los bonos patrióticos dentro de aproximadamente 10 meses?). El gobierno ha saltado rápidamente diciendo que pondrá el dinero necesario para las cajas a través del FROB. Parches y más parches. La gran pregunta es... ¿de dónde se saca ahora el gobierno esos 80 mil millones de euros o lo que finalmente decidan poner? ¿Más impuestos? Probablemente no, y teniendo en cuenta que emitir más deuda de forma extraordinaria para captar esta nueva suma sería francamente complicado, la verdad es que parece que solo va quedando una opción: que firme el avalista de última instancia, el BCE. Quizá no sea casualidad que la semana pasada se haya descubierto que el gobierno de Irlanda ha estado imprimiendo euros secretamente con el permiso de Trichet, 50 mil millones. Curiosamente nuestra prima de riesgo ha bajado a niveles de noviembre, pero no precisamente porque España baje, no nos engañemos, si no porque Alemania sube.

El Ibex sube, la prima de riesgo baja y se encarece el bono alemán. Y si el bono alemán sube es que los mercados ya están empezando a descontar que quizá la propia Alemania esté acercándose al principio de la senda que conduce al abismo financiero, es decir, que intuyen que Alemania va a pagar la factura de los demás. ¿Directamente? Lo dudo mucho. ¿Vía inflación? Pues parece que sí. Se trata de evitar a toda costa que se desplome el castillo de naipes, apuntalar y aguantar el edificio de cualquier manera posible.

Una caída completa significa el caos, y eso hay que evitarlo como sea. Se han visto las orejas al lobo con lo acontecido en Túnez y otros países donde ha habido revueltas populares y manifestaciones, en las que precisamente se quejaban de las subidas de precios, de la inflación que aquí todavía no tenemos. Se va imponiendo el “sálvese quien pueda”, cada uno corre sin mirar a los demás. En la reunión del 2008 del G20 se habló de coordinar medidas, tomar decisiones conjuntas, bla bla bla. Tu tía. Cuando el Titanic ya estaba sentenciado, al principio la gente mantenía la compostura, la educación, etc. pero así como el final se iba acercando, y lo inevitable empezaba a hacerse patente, cada uno miraba por sí mismo sin miramientos.

Estamos en una gran guerra comercial entre estados o conglomerados donde cada uno va erosionando su moneda y pagando las facturas con dinero envilecido. Los que parten de más arriba saben que tienen ventaja, y por eso USA sabe que por esta sencilla regla de tres saldrán tocados de la batalla comercial con China, pero seguramente no la perderán. Reino Unido acaba de publicar un dato de inflación del 3.7%, España del 3%, ¿Cómo evolucionará el IPC este 2011?. Al perder interés parte de la deuda pública por posible riesgo de impago parcial, los inversores ya miran a lo real entre lo tangible: las commodities, elementos que se dan valor a sí mismo a través de su mera existencia. Pueden subir o bajar, pero jamás perder todo su valor. Pueden caer las empresas, los bancos, las divisas y los gobiernos, pero las commodities no, el trigo invariablemente siempre será trigo. Si los periféricos de la moneda común empiezan a imprimir directamente lo necesario para sufragar los gastos de apuntalar el edificio, nuestro gran timonel económico (Alemania), se verá arrastrado junto con los irresponsables a no ser que abandone el barco.

¿Es posible controlar la inflación de las grandes divisas cuando se dispara de forma conjunta? ¿Vamos inexorablemente hacia un gran reset total a escala global? ¿Y mientras tanto? ¿Tendrán que subir los tipos? (ya lo ha dejado caer Trichet). Entonces la morosidad… “Los ricos roban a los pobres, igual que hace mil años”. La gran mayoría de hechos que presenciamos en estos tiempos se pueden reducir como para caber de una forma u otra en esta sencilla frase.

Un quantitative easing a la europea. Supongo que la intención es mantenerlo bajo un cierto control, que sea lo menos posible, retrasarlo lo más que se pueda, y considerarlo un mal menor, para con suerte salir a flote una vez que los demás se hayan hundido. Si se cumple o al menos intenta esto último, Alemania posiblemente se quede dentro del barco, aceptando el mal “menor” de la inflación, pero con la condición de que le dejen tomar las riendas de verdad. El objetivo será salir de la batalla lo más entero que se pueda, aguantar el tipo y esperar que los demás caigan antes. Si todos pierden hasta la camisa, uno se consuela perdiendo sólo la chaqueta.

Por encima incluso del universo de bancos centrales y el dinero que emiten, existen una serie de circunstancias reales que no pueden pasar desapercibidas. Buena parte del crecimiento económico del siglo XX se ha debido a la existencia de petróleo abundante y barato. Se haya dado o no el peak oil en el 2006, lo cierto es que el crudo cada vez es más caro y complicado de extraer. Si algunos emergentes revientan en la llamada guerra de divisas o por alguna otro factor de la crisis actual, el exceso de capacidad productiva mundial será tremendamente elevado. Bienvenidos a la reducción, al empobrecimiento y al conformarse con menos, es decir, a la deflación real y no monetaria. De la abundancia en la que vivían los privilegiados del imperio romano en su apogeo se pasó a una situación radicalmente diferente pasadas unas generaciones. Ahora mismo en el caso español, debido a la menor productividad con respecto a otros países de la UE con los que compartimos moneda común, estamos inmersos en nuestra particular devaluación interna. De la pobreza a la abundancia se pasa de buen gusto, pero al revés…

La función exponencial que refleja el incremento del endeudamiento quizá en matemáticas no tenga final, pero en la vida real sí lo tiene: simple y llanamente no es posible un endeudamiento creciente e infinito. Es curioso como España ya ha pasado por situaciones con algunas semejanzas a la situación actual en el pasado. Recordemos como la noticia del hundimiento del Nuestra Señora de Atocha en 1622 frente a las costas de Florida provocó un caos en la España de la época. Buena parte del oro de sus bodegas ya estaba comprometido, es decir, estaba destinado a pagar deudas. Cuando se cerraba el grifo de la financiación exterior hace ya varios siglos pasaba lo que pasaba, y no se puede calificar de precisamente agradable.

El debate inflación-deflación es interesante, y sobre todo como parece se estén dando ambas situaciones a la vez. Se trata de un ajuste en todos los sentidos, dirán algunos. Probablemente sí, pero de lo numérico a la vida real hay un paso no muy grande. Un importante financiero y banquero español pronunció recientemente una sencilla afirmación que me parece muy cierta: “a partir de ahora vamos a tener que gastar de menos todo lo que hasta ahora se ha gastado de más”.




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