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Reino Unido peculiar – y II

Santiago Niño Becerra - Jueves, 04 de Septiembre

(Enlazamos con ayer. Si no recuerdan donde estábamos, vayan a ‘Archivo’ -->’Opinión’)

Lo curioso de todo ello es que parece una aplicación de los principios más básicos de las lecciones de inversión estratégica de cualquier escuela de negocios... que todos creemos cuando las escuchamos que distan mucho de la realidad ya que todo parece "demasiado" perfecto. Bien!, pues pasa y se aplica a la realidad.

 

Si tras todo este comecocos uno tiene la fortuna de ganar el Contrato, más le vale venir preparado para lo impredecible. Aquí hay normas y regulaciones para absolutamente todo incluido lo irracional y lo imposible, y hay que ceñirse a ello o te lo pueden hacer pasar realmente mal. Y no me refiero a "la Autoridad", sino más bien a todos y cada uno de los agentes que participan en el proceso, poniéndole a uno en más de una ocasión al borde del ataque de nervios. Hay un papel para cada maldita cosa, y un especialista para cada maldito papel.

Todo ello que puede parecer un entorpecimiento gratuito al desarrollo de las cosas, no lo es, ya que forma parte intrínseca del proceso productivo inglés. Y el camino es único, ya que nadie ni se atreve ni sabe salirse de él. Evidentemente que se quedan pasmados con la capacidad de decisión y empuje de cualquier foráneo, y tienden a echarse un poco a un lado para no salpicarse si la cosa saliera mal. Mientras sea otro el que decide y se la juega, ellos siguen la corriente. Si sale mal, en el bote naufragando no quedan ni las ratas en cuanto entra una salpicadura de agua. ¿Cómo se sostiene eso y no sucumbe a la competencia exterior? Muy simple. LO QUIEREN ASÍ, Y PUNTO. El "my way or no way" aplicado hasta la muerte. Fascinante.

Este es un país sorprendente, fascinante y en muchos aspectos admirable. Goza de una solidez en sus principios básicos que llega a abrumar por absoluta incomprensión, y solo cuando uno los asume poco a poco, se llega a entender (me falta aún un trecho para ello).

Aquí la crisis llegó pronto y pegó duro, los Juegos Olímpicos ofrecieron un respiro más que necesario, y ahora parece que el conjunto empieza a repuntar, con el sector financiero y de infraestructuras tirando del carro.

Hay desigualdad, y ésta ha crecido como en todas partes. El Sur y Centro del país tira hacia arriba, mientras el Norte industrial trata de engancharse. El paro subió hasta el 8% (madre mía!) y cundió el pánico, pero ahora de nuevo en el 7% y bajando invita al optimismo. El nubarrón del UKIP se hace grande a causa de la masiva inmigración desde países del Este, hasta el punto que a los del Sur se nos recibe con entusiasmo, y abunda el trabajo basura mil-eurista. Pero funciona el equipo y se percibe algo de optimismo”.

Mi respuesta fue:

“Muy claro. Comparto gran parte de lo que dice, aunque en ciertos aspectos yo diría que los británicos sí tienen un componente aventurero, aunque motivado por una de sus principales características: lo que para ellos es conveniente, y matizado por un espíritu de sacrificio (voluntario o no) tremendo: Inglaterra fue la única potencia que intervino en las siete coaliciones contra Napoleón: les iba en ello el ser o no ser y se involucraron saliese lo que saliese porque si no salía lo que les convenía era el caos.

Pienso que el hecho de que acepten riesgos elevados en el mundo del crudo se debe a que han llegado a la conclusión de que no se puede hacer de otro modo.

Y sí: los dineros: en las últimas décadas del siglo XIX y hasta la I Guerra Mundial, cuando uno tenía acreedores se decía de él que ‘tenía ingleses’: todo el mundo debía a Inglaterra (al Reino Unido, ya, pero me entiende).

Y lo del gato … pues sí, es cierto; eso se debe a que, insisto, buscan lo conveniente: fue el primer país europeo que época moderna le cortó el cuello a un rey e instauró una república. Luego el poder se dio cuenta de que no les funcionaba, y reinstauraron la monarquía. Y todo el mundo tan campante.

Tienen ideas: fíjese todo lo que han inventado en todos los campos en que han inventado, eso suple su falta de recursos. Se subieron a ese carro en el siglo XVI, cogieron velocidad en el XVII y ya no se han bajado de él. Hoy no son el número uno, pero todo el mundo cuenta con ellos, y procuran que no se enfaden y que no se vayan. “I want my money back”: a ver cuántos primeros ministros pueden decir eso y que se lo den.

Muy interesante”

Sí. Muy interesante.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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