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Revuelto de setas

Santiago Niño Becerra - Martes, 30 de Marzo En Catalán existe un dicho que, aunque no se emplee excesivamente debido a las connotaciones que tiene, recoge genial y gráficamente la situación de falso reforzamiento, de fortaleza.ilustraciónque un lío, un follón, un aturdimiento, pueden ocasionar; el refrán, por si no lo conocen dice. "Embolica que fa fort".

Esto viene a cuento de la tendencia con que están evolucionando las relaciones de los Estados entre sí, de los Estados con los organismos internacionales, de los Gobiernos con sus ciudadanías, de las grandes corporaciones financieras y no financieras con Gobiernos, con Estados y con empresas, de todos entre si: todos estos actores dicen cosas, cosas que se aceptan como buenas, cosas de las que, en ocasiones se duda (en voz queda), pero cosas que, en definitiva, se aceptan porque no se quiere romper ninguna baraja debido a que, de momento, todo el mundo quiere que la partida siga su curso.

El pasado Miércoles 17 de Marzo la Comisión Europea publicó las notas de los exámenes que las economías europeas habían ido presentando en las semanas anteriores, exámenes que eran el resultado de los programas de estabilidad que habían elaborado a fin de afrontar los saldos de sus pavorosas cuentas; y, ¿qué decían esas calificaciones?, pues con un lenguaje del más puro estilo versallesco decían que ni harta de pacharán se creía la Comisión lo que le cuentan los países, que no se creía lo que cuentan para el 2010, pero más allá del 2010 lo que dicen es pura elucubración metafísica, es decir, pura inventiva para no dejar en blanco el examen; con el más depurado estilo versallesco que imaginarse pueda, pero lo dice.

Hemos llegado a un punto en el que se ha inventado un nuevo recurso: el “leguaje commodity”. Algo hay que decir que esté en línea con lo que se espera que se diga, se dice, y como es lo que “los mercados” (¿quiénes son?, ¿dónde están?; a estas alturas, no les recuerda “los mercados” al Keiser Sу¶ze ded “The Usual Suspects”?) esperan oír, el resto copia el mensaje con lo que todo el mundo se queda tranquilo (en este caso, “el mensaje es el medio”: gracias al mensaje se crea calma y al que lo transmite se le compra la deuda).

Lo repetimos por enésima vez: es im-po-si-ble que España pase de crecer el -3,6% el 2009 a crecer el 3,1% en el 2013, así con todas las economías, y con unas más imposible que con otras, pero es lo que hay que decir, y lo dicen; y es lo que conviene creer, y se cree. Por eso los números a partir del 2010 son vacíos, huecos, imposibles: nadie concreta, nada se precisa porque no se tiene nada que concretar y porque nada hay que precisar, sólo sobrevivir.

Conocen mi posición: entiendo que a la que a mediados del 2010 se diluyan las últimas manifestaciones de estos planes de ayuda y de estímulo que se han estado creando, la crisis sistémica que a lo largo de estos últimos dos años y medio se ha estado formando se manifestará (a esto añadan la burbuja inmobiliario-crediticia china, el tinglado financiero-basuril crediticio, y el follón déficit-deudor de casi todo el mundo), y a caer. En un escenario como ese, ¿qué se puede explicar del 2011, que será, pienso, el equivalente a 1930, el año más duro de la Gran Depresión, o de los años siguientes de crisis y estancamiento?, prácticamente nada, al menos nada lógico, porque, de hacerlo, se estaría diciendo algo que no-se-debe-oír. Es decir, los Gobiernos, pienso, dicen vaguedades porque, en el contexto actual, nada pueden decir diferente a lo que se quiere oír.

Y luego están las recetas. Me preguntaba el porqué de esa obsesión por las “reformas estructurales? (eufemismo para “recorte de todo lo que sea recortable, y más”), me preguntaba porqué demonios un organismo como la Comisión podía decir que España ganaría competitividad reformando su mercado de trabajo, y creo que ya lo entiendo: el objetivo de tales medidas es reducir gastos (público y privado, estatal, regional, municipal, empresarial) a lo bestia debido a que no van a haber ingresos para atenderlo. Las recetas que organismos e instituciones como la Comisión están dando están orientados a la supervivencia, a la ultracorrecta administración, no a ganar una competitividad imposible, porque eso, la competitividad se incrementa aumentando la productividad, y reformar el mercado de trabajo o endurecer el acceso a la percepción de una pensión no la mejora.

Lo dicho: “Embolica que fa fort” (durante un tiempo, claro).

(El trabajo a tiempo parcial: lo que no se dice de él: en economías con baja productividad o con imposibilidad de que aumente a no ser que sea des-ocupando factor trabajo (como la española), “menos tiempo trabajado” = “reducción de salario” = “menor renta” = “empobrecimiento si ese cambio es indeseado”. Paralelamente, “menor tiempo de trabajo” = “más tiempo para hacer otras cosas= “ocupación en tareas que no van a poder ser pagadas por los ingresos a la baja del Estado y de los Entes Locales, como cuidar a personas dependientes”“..

Además, incrementar el trabajo a tiempo parcial supone oficializar, en economías como la española, que sobra oferta de trabajo, pero para que no crezca la tasa de desempleo (aquí no se contabiliza el paro de quienes desean trabajar la jornada completa y no lo consiguen) se contabiliza en forma de “menos horas trabajadas” ... para que esas personas concilien su vida laboral y familiar.

Y, además, se da carta superblanca a las empresas para que utilicen como necesiten al factor trabajo que necesiten: para que no crezca “el paro”, claro.

¡Genial!, pero ¿por qué no se cuenta la verdad sobre algo que parece inevitable?).

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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