Siniestralidad laboral vs. Ingresos públicos
Santiago Niño Becerra - Jueves, 25 de Marzo Hace unos días recibí un mail de una lectora. Me contaba algo que tiene mucho sentido, algo que es muy lógico pero que supone una situación tremenda: el empeoramiento de algo como causa del mejoramiento de otra cosa. El mail decía o siguiente:“Le escribo para contarle de un caso que estoy viviendo de cerca pero que desde luego no creo que sea aislado. Un matrimonio, ambos autónomos de 55 años, llevan una pequeña empresa de productos de ferretería en la provincia de (nombre de una provincia española). Nunca ha sido una empresa de más de 5 trabajadores (aparte de ellos) pero ahora mismo sólo tienen a uno. Este año, además de enfrentarse a la crisis con todas las subidas de precio de las materias primas, impuestos y demás que ahora no vienen a cuento, recientemente se han encontrado con otro problema. Ellos han ido comprando maquinaria lo largo de los años, alguna nueva y otra de segunda mano, pero es importante tener en cuenta que una empresa pequeña no amortiza en 10 años una máquina como sí probablemente hace una gran empresa, con lo que ellos tienen maquinaria de más de 10 años de vida sin amortizar aún.
El problema es la Ley de Prevención de Riesgos Laborales. Resulta que en el informe que les hacen anualmente les han insistido en que tienen gran cantidad de maquinaria (más de la mitad) incumpliendo la susodicha ley. Por lo que deben de adaptarla a la normativa, cosa que supone un gasto que no pueden afrontar. Les han dicho también que los inspectores están al acecho visitando empresas y imponiendo multas por doquier y les ha entrado el pánico, porque según que multas tampoco podrían pagarlas. También les han dicho que los inspectores van “a saco” con las multas, y cuando algunos empresarios se han mostrado incapaces de asumir los costes de las adaptaciones, la respuesta de los inspectores es “pues pague la multa y después cierre”. Total, que les han dicho que les compensa más despedir al trabajador porque siendo sólo ellos trabajando ya no necesitan tener las máquinas adaptadas.
Creo que se deberían hacer reflexiones sobre el tema. ¿Es justo que empresas de todos los tamaños tengan que cumplir las mismas reglas si es evidente que hay descompensaciones enormes entre unas y otras? ¿No se da nadie cuenta que apretando más las tuercas a las empresas lo único que consiguen es que las pequeñas cierren y las grandes se vayan a otros países? ¿No se dan cuenta de que con tanto afán recaudador están hinchando las cifras del paro, por muchos puestos nuevos de inspectores que creen?”.
Mi lectora planteaba una disyuntiva terrible: cierre contra cumplimiento de norma, mantenimiento de empleo contra obtención de ingresos públicos. Mi respuesta fue la siguiente:
“En el tema que plantea se dan dos circunstancias: 1) las Administraciones (todas) necesitan pasta porque los ingresos se les han caído (entre 1995 y el 2007 el 50% del aumento de los ingresos fiscales procedió del ladrillo, y eso se ha volatilizado), y 2) España tiene el inmenso honor de estar entre los países europeos con más siniestralidad laboral (ahora, con la precrisis, ha descendido; ¡que bien!). Es un cocktail explosivo.
¿Cuál es el problema?, el de siempre: bajo valor añadido que no justifica inversiones para adaptar / mejorar / remplazar la maquinaría que las empresas tienen, sobre todo las pymes, y eso supone una productividad ridícula, lo que realimenta el proceso.
¿Solución?, la que Ud. apunta: que despidan a ese trabajador: ¡vaya solución!, o que cierren la empresa: ¡genial!”.
(Alemania ha propuesto la creación de una tasa a ser satisfecha por las entidades financieras del país a fin de nutrir un fondo dedicado a ... ¡rescatar en el futuro entidades financieras que se hallen en problemas!. Vamos a ver, estamos en una precrisis en cuya generación mucho han tenido que ver las actividades bancarias “problemáticas” y cuyas consecuencias ha llevado al Estado alemán, entre otros, a dedicar, de una u otra manera, un porrón de millones al salvamento de esas entidades, y ahora ya se está pensando en que en el futuro pueda repetirse la situación.
Es decir, lo que se está diseñando es la financiación de una reserva para ayudar a las entidades financieras que precisen ser ayudadas ya que mañana volverán a hacer cosas parecidas a las que hicieron ya que hacer esas cosas es la única manera que las entidades financieras pueden operar. En otras palabras, la intención no es construir una sistemática que evite los problemas financieros, sino inventar una medicina que los cure cuando se produzcan porque su aparición es inevitable. Sencillamente absurdo, y, pienso, equivocado.
Esta solución va en la línea de la de Il Gatopardo: “que todo cambie para que todo siga igual”: las cosas no van a ir por ahí: habrán cambios, muchos, profundos y su dimensión será sistémica. Cualquier otra vía, pienso, equivale a una pérdida de recursos).
Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
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