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Situaciones

Santiago Niño Becerra - Viernes, 27 de Noviembre Muy recientemente he recibido dos mails de sendos lectores que tienen bastante en común.ilustración

Uno decía lo siguiente:
“Sigo con atención (y con cada vez más preocupación) sus análisis sobre la situación económica actual y sus previsiones para el futuro. He de decirle que tengo formación universitaria, y aunque no soy economista de profesión, si soy un auténtico forofo de la economía, y más que leer, “devoro” lo que Udes., los diferentes economistas, escriben sobre la situación actual y su evolución.

También le digo que mi edad, para estos tiempos, es mala, y le explicaré el motivo.  Voy a toda pastilla hacia los sesenta, una edad en la que uno empieza a ser “frágil”: Cada vez más goteras en la salud, cada vez menos o ninguna posibilidad laboral, cada vez más soledad porque para esta sociedad empiezas a ser un estorbo, cada vez más fragilidad (la juventud te hace más fuerte, menos inseguro, etc).

He trabajado honradamente toda mi vida. Me “he metido” solo en los gastos que podía soportar. Mis vecinos se reían de mi coche de 12 años, de mi vida austera, etc. Ellos casi todo a crédito: coches, superviajes, superrestaurantes, etc.
Me han criticado por conservador: me compraba algo solo cuando podía pagarlo “a tocateja” (aún recuerdo cuando los directores de sucursales bancarias, algunos tan jovencitos, me decían que había que estar apalancados, porque el dinero era barato, y yo les decía, sí, lo sé, sé eso del ROE, del EBITDA, etc. pero hay algo que no se enseña en las escuelas de Economía: duermo a pierna suelta por las noches, porque no debo nada, y eso para mi carácter vale mucho y no sufro. Este país tiene arrancada de caballo y parada de burro, y este país se va a parar pronto). Mi vicio era la música clásica, los libros y otras cosas de “precio barato” que alimentaban, y mucho, la mente, el espíritu y el alma.

En definitiva, a estas alturas de la vida, por mi forma de proceder y mi austeridad, tengo la suerte de tener mi casa pagada, tengo la suerte de no tener ni una deuda, y tengo la suerte, por mi austeridad, de tener una liquidez”.

Mi respuesta fue:

“El modo de proceder que ha tenido hasta ahora es absolutamente lógico ... pero terriblemente antieconómico porque el crecimiento ha estado basado en el crédito: se ha crecido gracias a las deudas, cuando la capacidad de endeudamiento se ha agotado y cuando las deudas no han podido aumentar más ... se acabó”.

El otro mail decía lo siguiente:

“Soy un parado de esos “especiales”: Ex alto directivo, ex miembro de consejos de administración de multinacionales que, por eso mismo, no tengo derecho a prestaciones por desempleo.

Le escribo porque llevando más de un año en desempleo, sin ingresos, me veo obligado a “rescatar” el capital de un seguro que mi última empresa me había creado como parte de mis incentivos.

En fin, el caso es que para rescatar dicho capital he de aportar, entre otros documentos, un certificado de la Seguridad Social donde se certifique que no recibo prestaciones contributivas de ningún tipo. Cuando me presenté en la delegación de la SS que me corresponde, no tuve que mencionar mas que “mire usted es que tengo un seguro y…”  el empleado (muy amable) me interrumpió diciendo “si, ya sé, necesita un certificado negativo…”.

Yo sorprendido le pregunté como sabía lo que necesitaba y el empleado me contestó que el mío es un caso mas de los que se le presentan a diario, ¡a visto cientos!. Dice que hay que tener mucho aguante emocional para ver, cada día, los enormes dramas que pasan por su escritorio. “Los ex-peces gordos”, “rascando de lo último que queda” somos un caso mas…. Es decir que el rescate de los seguros privados es algo ya habitual, pues ya la gente no sabe de donde sacar para poder vivir sin empleo.

Yo me pregunto que pasará cuando todos nosotros nos jubilemos (tengo 56) y ya no tengamos los planes de jubilación privados para compensar lo que “se pueda cobrar de jubilación estatal” en los próximos años?. ¿Seremos legión de humillados viejos hambrientos?”.

En este caso, mi respuesta fue:

“De este tema no se habla porque “los de arriba” son “una minoría” y no son “gente del pueblo”. Mi sugerencia: utilice los conocimientos que tenga y procure unirse a “otros como Ud.” y ofrezcan servicios de asesoramiento: se van a necesitar”.

Son dos casos diferentes, claro pero tienen puntos en común, bastantes. Del primero se diría que ha sido alguien que no ha contribuido al crecimiento, del segundo nada: es un tema tabú, aunque el segundo si que se reconozca que, durante un tiempo, contribuyó al crecimiento.

(Ahora resulta que las entidades financieras están exigiendo a los posibles hipotecados que la cuota a pagar no supere el 33% de sus ingresos. Pienso que es mucho margen porque pueden existir otras deudas, pero bueno. La pregunta del trillón: ¿por qué ahora?. Durante años esas mismas entidades financieras casi obligaban al endeudamiento no importando si la cuota ascendía al 65% de los ingresos, pero ahora ... Mi interpretación: no es que las entidades financieras hayan sido iluminadas por un rayo de racionalidad crediticia procedente de Andrómeda, más bien pienso que en la decisión influye su propia situación: sus mucho-más-de-cien mil millonarias deudas).

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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