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Yesterday, growth was such an easy game to play

Santiago Niño Becerra - Martes, 16 de Marzo Ya sé, ya sé, he alterado un verso del megaéxito de The Beatles, pero es que no he podido resistirme; insisto: no es un plagio: reconozco que es una cita de la pieza "Yesterday", compuesta por Paul Mccartney (aunque atribuida a este y John Lennon) en 1965 para el álbum Help! ilustración

Hace un par de días me contaron una historia que, en parte es fruto de la “situación actual” (cualquiera que esta sea), pero que, por otra parte, es consecuencia de un modo de hacer las cosas particular. La historia es muy corta: una empresa es propiedad de tres accionistas uno experto en gestión y los otros dos no importa en qué. De la actividad de esa compañía ninguno de los tres accionistas tenía ni idea, por eso la operativa fue dejada en manos de técnicos mientras que de la gestión económica se ocupaba el accionista experto en gestión.

Ese accionista-experto tenía un carácter muy especial: era muy fantasioso y siempre se ilusionaba con cosas nuevas aunque su viabilidad fuese escasa o nula, el problema residía en que cuando se producían esos arrebatos ilusorios abandonada el resto de asuntos que tenía entre manos, y la empresa de la que les hablo tuvo la mala suerte de que le pilló uno de esos momentos de fantasía.

No voy a aburrirles con los detalles, simplemente decirles que tras un año de descontrol en el que los técnicos reclamaron a ese experto -y, recuerden, accionista- que atendiese la gestión del negocio tras percatarse de que las cosas no iban, la empresa cerró. ¿Los técnicos?, pues como son muy buenos profesionales han montado una cosa por su cuenta.

Bien, como habrán deducido varias conclusiones pueden extraerse de esta historia, conclusiones que son perfectamente trasladables a lo que ahora está sucediendo en España. Recopilen información sobre el “Diálogo Político para la Recuperación del crecimiento económico y la creación de empleo”, repasen las reacciones a las últimas previsiones de la Comisión Europea. Con la información hasta ahora disponible en relación al “pacto contra la crisis”, ¿creen Uds. que siguiendo esas líneas va a reducirse el desempleo del factor trabajo?, ¿van a crearse puestos de trabajo?, ¿va a recuperarse la actividad económica?, ¿va a mejorar la recaudación fiscal?, ¿va a aumentar el valor añadido de los bienes y servicios que se fabriquen en España?, ¿va a mejorar la productividad española?; yo, la verdad, pienso que no.

De entrada la crisis que está llegando es un problema que supera el ámbito de los países: es consecuencia de un agotamiento sistémico, y eso es totalmente imposible arreglarlo a nivel de país: ha de producirse una coordinación a nivel global y, luego, una puesta en marcha local, y ambas realizadas por técnicos, no por políticos. (Mis aplausos a M. Joseph Daul, presidente del Partido Popular Europeo por sus palabras en la Eurocámara el Miércoles 24 de Febrero: “Hablamos mucho sobre Gobierno económico y monetario pero lo que es necesario es una coordinación presupuestaria real entre los miembros de la eurozona”. (El País 25.02.2010, Pág. 6)).

Es decir, cada país a su puta bola sólo llevará a estar peor: se desperdiciarán recursos por malgasto, duplicidades y solapes, y se acabará cayendo en un proteccionismo defensivo que será completamente inútil; insisto: técnicos expertos deben coordinar, y técnicos expertos deben aplicar.

Existe un segundo nivel de problemas propio de cada país, de cada economía, y aquí España está muy mal: muchísimo peor que otros. Ahora la obsesión es diferenciarnos de Grecia diciendo que las finanzas españolas son mejores; ¡pero si el problema no es ese!, ¡claro que nuestras finanzas son mejores que las griegas!. La semejanza entre Grecia y España reside en la estructura del PIB y en la baja productividad, eso es lo que se está cuestionando en el exterior: que con lo que tenemos, con lo que España es capaz de generar, no es posible garantizar que España pueda salir de donde le ha llevado esta precrisis global: a un lugar peor que al que ha llevado a otros países.

Es decir, es un tema de insuficiencia y de imposibilidad real, nada que ver con la virtualidad, y, si, claro: una de las consecuencias es una caída de la confianza hacia el reino mayor que hacia otros países, y una caída de la confianza de la ciudadanía con respecto a la realidad nuestra, y la confianza no se compra ni se vende, y tampoco se recupera, cuando se ha roto, cuando se ha perdido, cuesta muchísimo tiempo el recuperarla, y siempre ha de existir una base real sobre la que rehacerla. Ya saben: “Los inventos hay que hacerlos con gaseosa”, a veces, claro, a veces.

“Yesterday, all my troubles seemed so far away”.

(Ayer recibí un mail de un lector en el que realizaba una serie de razonamientos y en el que formulaba bastantes preguntas, razonamientos y preguntas que giraban en torno a la, en su opinión, capacidad infinita del modelo para generar ocupación del factor trabajo al margen de la evolución tecnológica. Mi respuesta, por considerarla aclaratoria, es la que a continuación reproduzco. (Obvio el mail de mi lector al ser muy prolijo y extenso).
“Esta situación que Ud. expone ya se dio, de hecho uno de los componentes de la Gran Depresión fue el brutal aumento de productividad que se produjo a partir de 1923 y el consecuente aumento de la capacidad productiva; la salida le sonará: el crédito masivo, el agotamiento de la capacidad de endeudamiento y la especulación inmobiliaria y bursátil. Luego llegó el crash del 29 y diez años de miseria de los que se salió con un modelo (el nuestro) basado en el megaconsumo y en el desperdicio de recursos.
El modelo ha ido evolucionando hasta llegar al momento actual, un momento en el que se ha dado la posibilidad de que se produzcan aumentos masivos de la productividad que han ocasionado incrementos tremendos de la capacidad productiva de todo, por lo que se puso en marcha el crédito masivo, y la especulación inmobiliaria y bursátil, hasta que se ha llegado al actual agotamiento de la capacidad de endeudamiento, pero con tres particularidades.

1) la tecnología permite ahorrar todo tipo de recursos (incluido el trabajo) para generar la misma cantidad de PIB que hace años, 2) excepto factor trabajo (que ya sobra a montones) cada vez quedan menos recursos para fabricar lo que sería necesario para ocupar a toda esa población activa excedentaria, por lo que la creciente productividad tenderá a no desperdiciar: a ahorrar recursos (y, evidentemente, trabajo), y 3) el volumen de deuda actual, de personas, de familias, de los Estados, de los Ayuntamientos, de los Gobiernos autonómicos, de las empresas, de las entidades financieras es inconmensurable e inasumible.
Es decir, no es que haya un problema irresoluble con el empleo del factor trabajo que, indudablemente, lo hay, es que hay un problema multidimensional, multifactorial y multisectorial, como en 1929, pero mucho más complejo porque mucho más compleja que entonces es la realidad económica. Por eso lo que viene, entiendo, es una crisis sistémica, crisis que comenzará cuando se diluyan las últimas manifestaciones de los planes de estímulo, planes que será imposible prolongar al haberse agotado la capacidad de absorber más deuda y de ‘inventar’ más ‘dinero’).

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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