LA EUROPA AMORDAZADA
Moisés Romero - Lunes, 02 de Mayo{mosimage}El corazón de la Europa de ahora está encogido en el
puño de Francia. Conforme pasa el tiempo y se acerca el último domingo
de mayo en el que los franceses votarán a favor o en contra de la
Constitución europea, la cual fue ratificada en
referendum por los españoles, los nubarrones en el horizonte de los mercados se tiñen
de negro cada vez. El miedo contenido coincide en el tiempo con
referencias económicas endebles a ambos lados del Atlántico. Los
mercados financieros reducen el ritmo al máximo y examinan con
detenimiento cada obstáculo que se encuentran en su camino por nimio
que sea. O lo que es lo mismo, las posibilidades de afrontar nuevos
retos alcistas en los principales índices del mercado son cada vez más
escasas. El tiempo apremia y con la ola de calor de los últimos días
muchos participantes en el mercado ya han hecho las maletas de verano
¿para qué esperar?
Ahora que se sabe que la economía de Estados Unidos crece a ritmo trimestral del orden del 3%; que en Alemania, el otrora motor de la economía europea, los sabios auguran aumentos del PIB no superiores al 0,7%; que en Francia los indicadores de confianza, empresariales y de consumidores, se refugian en el sótano; que en Italia no salen las cuentas, ni las públicas ni las privadas; que en el Reino Unido
se han puesto la venda en la frente para recibir la pedrada francesa,
de tal modo que si en el país vecino triunfa el No, allí ni siquiera se
convocará referendum, y que en España la inflación real golpea,
la burbuja inmobiliaria alcanza niveles de espanto y las autonomías
plantean sus propios esquemas fiscales, entre otras cosas, ahora
decimos, que se agolpan éstas entre otras circunstancias, vuelve a
primer plano el debate sobre el Estado del Bienestar en Europa.
Contaba hace poco uno de los sabios, ya entrado en edad, de la
Bolsa española que para recoger hay que sembrar primero; que para que a
uno le toque la lotería, hay que comprar boletos y que para saborerar
el Estado del Bienestar hay que construirlo primero. La realidad de
ahora, decía, es que el Estado del Bienestar es viejo y que en Europa no se
ha avanzado nada en este punto. Ahora es mayor el número de comensales
a la mesa de este Estado del Bienestar, con unas viandas escasas. Osea, que en la mayor parte de los países europeos se vive por encima de sus posibilidades.
Al corifeo de sabios europeos que demandan reformas estructurales inmediatas se unió hace unos días el presidente del Bundesbank alemán al señalar que la rigidez del mercado de trabajo alemán dificulta la entrada de
inversiones exteriores, también de la inversión empresarial,
y que es preciso
aumentar el crecimiento potencial. Weber también se refirió a
los tipos de interés y los consideró idóneos con los deplorables datos
económicos de última hora. Estima también, que por el momento no hay
indicios inflacionistas graves y para sorpresa de todos, aún confía en un crecimiento del 1% de la economía alemana este año.
En lo que respecta a la evolución futura de los tipos de interés en Europa el consenso es que resulta muy duro subir los tipos con datos de crecimiento a la baja, como
decía recientemente el presidente del Banco Central de Holanda. El sentimiento general es, no obstante, que se
trata más bien de un aplazamiento, porque la recuperación de la economía,
tarde o temprano, dejará margen en el proceso ya iniciado de normalización de tipos. El
BCE espera que esto se produzca durante la segunda mitad del año.
En lo que concierne a la inflación, hay acuerdo entre los expertos en que el problema diferencial entre
la economía española y el resto de las grandes de la zona euro estriba en que esta presión vía costes
podría trasladarse al proceso productivo en España más fácilmente dada
la solidez de la demanda de consumo. Decía hace unos meses Issing que
ante este tipo de situaciones, será tarea de los gobiernos nacionales
frenar las presiones sobre los precios a través de medidas
estructurales y política fiscal. El fuerte y creciente deterioro de la
balanza corriente española es el mejor indicador de las consecuencias
de no tomar ninguna decisión.
En esta exposición de una Europa atrapada en su
propia espiral, la pregunta que se hacen muchos gestores es si los
mercados seguirán con movimientos uniformes, como si de una sola Bolsa
europea se tratara, que es lo que sucede desde hace tiempo o si
por el contrario, las diferencias que cada vez se hacen más palpables
entre los países comunitarios impondrán el criterio de selección de
mercados, al margen del sentimiento de globalización que impera ahora.
twitter.com/moisesssromero @MoisesssRomero
Moisés Romero
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