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CYBORG

Santiago Niño Becerra - Lunes, 12 de Diciembre

Hace tiempo que no oíт­an / leíт­an la palabra ?Cyborg', ¿verdad?. La primera vez -que se sepa- que se hace referencia al concepto que ampara tal palabra fue el año 1940, en la novela "Waldo", escrita por Robert A. Heintein; versaba sobre una prótesis remotamente controlada. En 1960, en plena Guerra Fríт­a, se acuña la palabra -CYBernetic ORGanism- para referirse a un ser humano mejorado tecnológicamente a fin de que pudiese existir en ambientes extraterrestres. Pero fue en 1972 cuando se publica un relato que tuvo el honor de ser el primero en emplear la palabra en cuestión: "Cyborg" de Martin Caidin.

Durante los años 60 y 70 el concepto fue un coto cerrado de la Ciencia Ficción, y su popularidad se disparó tras el estreno, en 1976, de una archifamosa serie de TV: "The Bionic Woman" (tan famosa que, en el reino, varios canales autonómicos la emitieron doblada a las respectivas lenguas locales). En gran medida, la popularidad del término se debió al modelo económico-social entonces imperante y al hecho de que las disponibilidades tecnológicas existentes no permitíт­an (o, al menos, eso se dijo) pensar en la realización práctica de algo como lo mostrado en libros y pantallas.

En los 80 y primeros 90 dejó de utilizarse el palabro, en gran medida porque los avances tecnológicos, no en la dirección sugerida por el concepto, pero síт­ la idea de que cada vez más cosas eran posibles con la tecnologíт­a (la expansión de la robótica industrial corresponde a los 80), tornaban peligroso el concepto por las derivaciones sociales que de él podíт­an derivarse.

Ahora, en los 2000, con el salto operado en las BioTICs, el término vuelve al candelero, tanto que ya ha sido fabricado el primer cyborg de la historia. La Universidad de Nebraska ha construido un elemento formado por un chip en el que ha sido introducida una bacteria -viva, naturalmente- recubierta de nanopartíт­culas de oro; la finalidad del cyborg es actuar como detector a los cambios de humedad del entorno.

No hace falta que me extienda sobre las posibilidades de algo asíт­ -ni sobre los argumentos éticos que contra algo asíт­ van a lanzarse-, tan sólo me referiré a un aspecto -a uno, tan sólo- de los muchos en los que los cyborg pueden ser empleados: la utilización de la energíт­a de los organismos vivos utilizados en los cyborgs. ¿Se imaginan?: elementos de uso común alimentados energéticamente por organismos vivos, es decir, organismos vivos utilizados como bateríт­as -inagotables (mientras el organismo se encuentre con vida)- de un sin fin de cachivaches aplicados a la vida cotidiana. Ni siquiera hace falta que insinúe las implicaciones económicas de algo asíт­.

(Ni tampoco que haga mención de un film en el que algo asíт­ sucedíт­a; ¿recuerdan The Matrix?

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economíт­a IQS. Universidad Ramon Llull.


@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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