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HORARIOS

Santiago Niño Becerra - Lunes, 23 de Enero

El reciente acuerdo alcanzado entre los entes regionales (continúo resistiéndome en llamar ?autonomíт­as' a lo que son regiones económicas) y el Gobierno central del Reino de España, que ha cristalizado en la modificación de la Ley de Horarios Comerciales, aboca, otra vez, a la políт­tica a ponerse de culo con respecto a la realidad.

La filosofíт­a de esta ley -Uds. saben- es muy simple: determinar unos líт­mites superficiales y de horarios a la apertura de locales en los que se realice una actividad comercial a fin de defender a los pequeños comercios ante el poder de las grandes cadenas que disponen de una potencia inconmensurable para, en el líт­mite, mantener abiertos sus macrocentros 24 horas los 365 díт­as del año. Craso error: la tecnologíт­a se carga esas consideraciones, de ahíт­ lo de ponerse de culo con la realidad.

Hace poco, me comentaron un proyecto que se está estudiando para ponerlo en marcha en la ciudad de Los Ángeles; tal proyecto cristalizaríт­a en la apertura de una tienda de ropa de 15 m2 que dispondríт­a de un stock de ... tres millones de prendas de vestir. La tienda funcionaríт­a de la siguiente manera.

Al acceder al local, la persona se encontraríт­a en una especie de podium y frente a una gran pantalla; en el podium, una consola y una pantalla de ordenador. La/el futura/o compradora/or seleccionaríт­a en la consola y entre un extenso menú, la prenda que desea, por ejemplo: "Camisas" - "Manga corta" - "Lisas" - "Gama de color: azul" - "Deportivas"; y en la pantalla del ordenador apareceríт­an varias camisas que cumpliesen las caracteríт­sticas escogidas.

A continuación, un láser escanearíт­a a la persona en toda su altura y su imagen -escala 1:1- apareceríт­a -en alta resolución- en la pantalla situada en el extremo del local. La persona iríт­a seleccionado camisas desde el podium e, instantáneamente, su imagen, en la gran pantalla, iríт­a apareciendo ataviada con la camisa seleccionada. Una vez decidida la camisa a adquirir, introduciríт­a su tarjeta de crédito -¿existe algún otro tipo de tarjeta?- y tres díт­as después recibiríт­a -una vez realizadas las adaptaciones pertinentes a su hechura particular- su camisa en su domicilio.

¿Ven lo que ha sucedido?. La tecnologíт­a ha conseguido que en una superficie míт­nima (la imprescindible), pueda disponerse de una cantidad enorme de prendas de vestir, que la persona que va a comprar pueda probarse esas prendas y que el personal de esa tienda sea cero. ¡Y pretenden regular los horarios de apertura!, ¡y pretenden regularlo por superficie!.

Me dirán que aún falta para que algo asíт­ se generalice, que para adoptar tiendas como esa hace falta un salto cultural, que las personas mayores no irán a tiendas asíт­, que ...; y yo les diré que síт­, que vale, pero también les diré que hay que ir siempre un paso por delante, no cuatro por detrás. En otras palabras, o los que mandan se anticipan a lo que ya está viniendo y diseñan la legislación pensando en el próximo futuro, o la tecnologíт­a nos barrerá a todos, incluidos a ellos. Y lo dicho para las tiendas de ropa es aplicable a un sin número de actividades del sector servicios. El que avisa no es traidor.


Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economíт­a. Universidad Ramon Llull.


@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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