FORMACIÑ“N (Por poner un tíÑ‚Âtulo que no asuste) - 1
Santiago Niño Becerra - Miercoles, 29 de MarzoA medida que vayan leyendo (si es que continúan haciéndolo), puede que se digan: "esto que hoy nos cuenta no es economíÑ‚Âa"; si llegan al final verán que síÑ‚Â es economíÑ‚Âa, ¡y de la buena!.
De todos los males de los que se acusa a la juventud, de todos los problemas que se dice tienen las jóvenes y los jóvenes de hoy en díÑ‚Âa, hay uno que destaca por encima de los demás: en su gran mayoríÑ‚Âa, las jóvenes y los jóvenes de hoy no tienen conciencia de lo que significa esforzarse para obtener algo; el corolario de esta carencia es evidente: en su práctica totalidad, las jóvenes y los jóvenes valoran en muy poco lo que obtienen. Me ha costado bastante tiempo percibir esa realidad pero, finalmente, ha quedado diáfana como el agua de un deshielo. Se lo cuento; compruébenlo en su entorno.
A mediados de los años 80 empezó a tomar cuerpo a nivel social un sentimiento -que rápidamente fue recogido por los políÑ‚Âticos- que pivotaba en torno al hecho de que, en los colegios, a los niños y adolescentes se les exigíÑ‚Âa demasiado, tanto a nivel académico como en lo referente a su comportamiento; este sentimiento coincidió en el tiempo con varios suicidios cometidos por niños y adolescentes a raíÑ‚Âz de sus malos resultados escolares.
Sociólogos,
pedagogos y políÑ‚Âticos se lanzaron a una campaña orientada a reconvertir
la escuela; reconversión de un modelo escolar dictatorial que, en todos
los aspectos, era imprescindible. Fruto de esa campaña surgió una
reforma educativa en virtud de la cual el escolar no podíÑ‚Âa ser
expulsado del centro, el número de cursos repetidos no podíÑ‚Âa exceder a
dos en la etapa de educación secundaria obligatoria, el trabajo en la
escuela se orientó a la formación integral de la persona; sin embargo
el presupuesto dedicado a enseñanza continuó siendo uno de los más
reducidos de Europa.
Paralelamente, las familias, crecientemente inmersas en un entorno de endeudamiento al alza y de consumismo rampante, demandaron -exigieron- el ?cero problemas' de sus vástagos en su educación colegial, de tal modo que cualquier cosa que pudiera perturbar al niño o al adolescente era rápidamente denunciada por los progenitores.
Los años han ido pasando. Hoy, las críÑ‚Âticas de muchos de mis colegas universitarios se centran en los reducidos conocimientos de las jóvenes y de los jóvenes que acceden a la Universidad; y las de empresas y empleadores en los reducidos conocimientos prácticos de las jóvenes y de los jóvenes que, con algún tipo de titulación, acceden al mundo laboral. No estoy de acuerdo con ese dictamen.
Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de EconomíÑ‚Âa IQS. Universidad Ramon Llull.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
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