CPE
Santiago Niño Becerra - Jueves, 06 de AbrilHace unos díÑ‚Âas, en clase -recuerden: veinte años-, debatimos sobre el CPE, ya saben, el Contrato de Primer Empleo que el Gobierno francés ha diseñado con el fin, dice, de reducir la tasa de desempleo juvenil en el paíÑ‚Âs del Sena; debatimos sobre los motivos del Gobierno para diseñarlo y ponerlo en marcha, sobre su utilidad, sobre el nivel de aceptación que tendrá entre los empleadores, sobre las protestas y reacciones que, en la sociedad, está provocando, sobre su oportunismo políÑ‚Âtico. Yo, la verdad, dije muy poco, hablaron ellas y ellos; y es interesante analizar sus opiniones, toda vez que, ellas y ellos, seríÑ‚Âan -de ser francesas y franceses- posibles candidatos a ese tipo de contrato.
Las opiniones de mis alumnas y alumnos estuvieron, prácticamente en su totalidad, orientadas hacia un rechazo matizado, más por su operativa que por su filosofíÑ‚Âa; bien es cierto que alguno -subrayo el masculino (los sociólogos dirán porqué)- lo encuentra acertado y positivo ya que posibilita el hecho de que jóvenes sin empleo, tengan la oportunidad de tenerlo pero, en su inmensa mayoríÑ‚Âa las opiniones fueron por el lado contrario.
Casi todas mis alumnas y casi todos mis alumnos opinan que un contrato como ese afectará a la productividad. Su razonamiento es el siguiente. Alguien que accede a su primer empleo buscará esforzarse para desempeñar las tareas que le asignen de la mejor manera posible, y a ello le moverá un objetivo claro: esperar un contrato indefinido. Si la joven o el joven saben que en cualquier momento y con independencia de la calidad de su trabajo, la empresa puede prescindir de sus servicios sin necesidad de dar ningún tipo de explicación, la motivación de esa joven o de ese joven será reducida, lo que acabará afectando a su productividad, lo que aún será más negativo para su permanencia en la empresa contratante.
Algunas/os argumentaron que ese problema quedaba compensado con el exceso de oferta de trabajo existente, por lo que si lo dicho sucedíÑ‚Âa, la empresa siempre podríÑ‚Âa encontrar sustitutas/os. Pero la réplica fue contrarreplicada por las/los anteriores: si se producen rotaciones continuadas en los puestos de trabajo, teniendo en cuenta que la mayoríÑ‚Âa de esas jóvenes y de esos jóvenes precisarán de una formación previa, se producirá un aumento de costes y/o una caíÑ‚Âda en la productividad lo que afectará negativamente a la marcha de la empresa.
Algunas/os se refirieron a la medida desde su aspecto políÑ‚Âtico: si las empresas no habíÑ‚Âan demandado un contrato como el aprobado, la razón de que el Gobierno haya aprobado y esté defendiendo ese contrato se debe a razones políÑ‚Âticas: ser más duro que los duros, y a que el Primer Ministro francés busca una huida hacia delante de cara a las próximas elecciones presidenciales.
Hubo quien no dijo nada del CPE en síÑ‚Â, y se fue al final de la pelíÑ‚Âcula: algo asíÑ‚Â es otra muestra de que no hay trabajo suficiente para todos, por lo que se busca dar facilidades a la demanda de trabajo al ser tan elevada la oferta y, de rebote, desincentivar la búsqueda de un empleo hasta más allá de los 26 años a fin de que los jóvenes continúen estudiando, es decir, que de que queden al margen de las estadíÑ‚Âsticas de desempleo.
Cierto es que mis alumnas y alumnos, para este tema, no constituyen una muestra representativa ya que todas/os tienen un poder adquisitivo medio alto y alto; pero, precisamente por ello, son muy interesantes sus opiniones y, en cualquier caso y después de leer esto, nadie podrá decir que a las jóvenes y a los jóvenes no les preocupa el futuro.
(Supongo que saben la última: el futuro candidato a la presidencia de la República, Monsieur Nicolas Sarkozy, ha rizado el rizo: ha propuesto un contrato de trabajo único sin duración definida y con unas garantíÑ‚Âas que iríÑ‚Âan mejorando con el tiempo. ¡Hay que ver lo que da de síÑ‚Â la políÑ‚Âtica!).
Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de EconomíÑ‚Âa IQS. Universidad Ramon Llull.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
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