La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

Benidorm, reflejo de una economía española sin rumbo

Feliciano Tisera - Miercoles, 24 de Agosto Benidorm, destino vacacional 'low cost' por antonomasia de la costa mediterránea, tras el sol, la playa y la fiesta, esconde un modelo plagado de temporalidad laboral, economía sumergida y maximización de costes que refleja muchos de los principales males de la economía española. La ciudad con mayor número de rascacielos por habitante del mundo y mito estival de la clase trabajadora inglesa desde los años 60 mantiene un modelo turístico que parece ser pan para hoy y hambre para mañana. "España no tiene que ir a competir en servicios hoteleros, porque hay otros países más competitivos, sino por algo mucho más amplio: la venta de experiencias como la gastronomía o la cultura. Es necesaria una apuesta institucional por eso", dice Javier Flores, director de inversiones de Dracon Partners EAFI. En la principal avenida, a escasos 50 metros de la playa, se respira el más puro ambiente 'low cost': un sinfín de tiendas de ropa y artículos en su mayoría de origen chino se apiñan en un laberinto de precios ultracompetitivos y dudosa calidad. A los menús de precios económicos se les une el masificado concepto hotelero de 'todo incluido', que atrae turistas bajo la garantía de que no se quedarán sin comida ni diversión. El sol y kilómetros de costa mantienen al país como segundo destino turístico mundial por ingresos, pero la industria y el Gobierno - que ha puesto en marcha diversos planes de modernización - son conscientes de que el modelo ha de cambiar para garantizar la sostenibilidad en un entorno muy competitivo. "El clima y la geografía han apoyado tanto a la industria turística, que durante muchos años se ha olvidado el servicio, con ofertas masificadas, un crecimiento inmobiliario endemoniado y sin pensar en que quizás había que cuidar más la calidad que la cantidad", explica un empleado de una agencia de viajes. EMPLEO PARA HOY, DESEMPLEO PARA MAÑ‘ANA En un país con una tasa de desempleo del 21 por ciento -más del doble de la media de la Unión Europea-, Benidorm recibe millones de visitantes al año en busca de la 'Spanish fiesta' y, como en otras muchas zonas turísticas españolas, su tasa de ocupación crece exponencialmente en verano, a base de contratos temporales, e incluso trabajo no declarado. Los datos de empleo en España correspondientes a los meses de verano suelen mostrar un espejismo de mejora por las actividades de servicios ligadas al turismo, principal fuente de empleo del país. De hecho, no pocos analistas piensan que el Gobierno ha adelantado las elecciones a noviembre contando con la previsible bonanza en las cifras de paro que se publicarán poco antes. "En verano se abre un requerimiento de mano de obra temporal, y se utiliza principalmente este tipo de contrato. Pero es también muy frecuente el empleo sin declarar", dice Manuel García, secretario de Empleo de la Federación de Comercio, Hostelería y Turismo del sindicato Comisiones Obreras. En Benidorm y su región, Marina Baixa, más del 90 por ciento de los empleos que se crearon este verano fueron temporales, según el servicio de empleo de la Comunidad Valenciana. La temporalidad del mercado laboral español en conjunto es del 25 por ciento. "Hemos contratado más gente para la temporada de verano, pero ya cuando llega septiembre, se acabó. Porque en invierno aquí no aparece ni Dios", apunta José García, cocinero del restaurante Masi, acodado en una barra frente a la playa de Levante, la más popular de Benidorm, que a esa hora está tan atestada de bañistas que atravesar la playa para darse un chapuzón es una verdadera odisea. En esta vorágine de contrataciones veraniegas, el turismo echa mano de muchos desempleados de un sector que ha colaborado más que ningún otro al crecimiento del paro: la construcción --de los 5 millones de desempleados que hay en España, el Ministerio de Trabajo estima que 2 millones proceden de la construcción y de sus industrias auxiliares--. Tal es el caso de Lubo, un búlgaro de 41 años, con dos hijos que, tras perder su trabajo como albañil en Valencia, se ha trasladado a Benidorm, donde ha conseguido un trabajo precario pero legal: "Como no encuentro trabajo en Valencia, vengo aquí hace tres años para trabajar limpiando la playa, cambiando las papeleras, y organizando tumbonas y sombrillas". ¿TABLA DE SALVACIÑ“N O CLAVO ARDIENDO? Tras el derrumbe de una economía basada en la construcción, España se aferra al turismo como un náufrago a una tabla, intentando mantenerse entre los principales destinos del mundo - fue el segundo por ingresos y el cuarto por visitantes en 2010, según la OMT -. El sector turístico sigue representando la industria más importante del país, con cerca de un 10 por ciento de su Producto Interior Bruto (PIB), pero todo indica que el turismo español de sol y playa debe reconvertirse a un modelo más sostenible y de mayor valor añadido. Sin embargo, la abrumadora cantidad de visitantes que llegan a destinos como Benidorm hace difícil sustraerse a la tentación del cortoplacismo. Sus playas estaban este verano a rebosar, y los hoteles registraban un lleno casi absoluto: un 93,7 por ciento de las habitaciones en la primera quincena de agosto, según datos de la patronal hotelera local (Hosbec). Unos niveles récord que no se veían desde 2007. TURISTAS, ENTRE LA CANTIDAD Y LA CALIDAD España recibió en julio 7,5 millones de turistas extranjeros, una gran fuente de ingresos para la industria y el país, aunque en función del país de procedencia, las cifras de entrada pueden ser consideradas excelentes o razonables. Casi un cuarto de los turistas que pisan el país proceden del Reino Unido, principal generador de ingresos con 1.129 millones de euros gastados en junio. Sin embargo, las cifras de gasto por turista muestran que el británico no es el ideal de la industria, con desembolsos que casi doblan otros turistas como los de los países nórdicos. Además, las últimas cifras disponibles muestran un descenso creciente en el gasto medio de los turistas del Reino Unido. En un momento de crisis mundial, los servicios de comida y bebida registraron en junio fuertes descensos en el país que se vieron compensados por un fuerte aumento del alojamiento de extranjeros arrojando un balance positivo con alza del 0,9 por ciento en los ingresos del sector de hostelería. La subida de la actividad hostelera y la llegada de turistas es un dato positivo, pero no es oro todo lo que reluce. En su balance del segundo trimestre de 2011, la patronal turística Exceltur destacaba que "se consolida la tendencia de estar recibiendo en España un creciente perfil de turistas vacacionales de sol y playa, más propios de esos destinos: paquetizados, con estancias más largas y con preferencia por alojamientos (...) con precios muy ajustados". Benidorm es culpable y a la vez beneficiario de la extensión del modelo de turismo masivo y los servicios que ofrece en muchas ocasiones muestran síntomas de deterioro evidentes en una ciudad que en los meses estivales parece disfrazarse de hormiguero. "Antes, los empleados de la hostelería eran gente cualificada, habían hecho formación profesional, y a eso había que pagarlo. Hoy, las cadenas hoteleras ponen frente al público a una persona cualificada y por detrás tienen a gente sin cualificación, a la que se le paga menos, y así todo se resiente, tanto el servicio como la calidad de vida de mucha gente que se ha ido a trabajar a otros lugares", cuenta Mariano, un camarero de 58 años que lleva 51 viviendo en la ciudad. FRAUDE Y PICARESCA Sin embargo, la llegada masiva de turistas a Benidorm y otras playas españolas también dispara la picaresca, no sólo de los empresarios, que hacen virguerías para evadir cargas fiscales - como hacer contratos de media jornada y pagar 'en negro' el resto de una jornada completa -, sino en los ciudadanos de a pie, que apelan a la economía sumergida para salvar el verano. Como Juan, que invirtió 700 euros en un detector de metales con el cual recorre las playas de Benidorm para encontrar monedas y otros objetos metálicos de valor. "Lo que gano cada día es muy variable. Hay días que saco 20 euros, y hay días que saco más de 50", confiesa, en base a recoger las monedas que los turistas pierden en la playa, bajo la superficie de la arena. Los días de suerte puede encuentra cadenas de oro o plata. La economía sumergida - que según el Cuerpo de Técnicos de Hacienda españoles llega en el país al 25 por ciento del PIB - encuentra en el sector turístico una veta a explotar debido justamente a su carácter estacional. La falta de inspecciones de trabajo es una reclamación permanente de los sindicatos. "Las inspecciones de trabajo son absolutamente insuficientes en cualquier época del año. Pero en agosto, como son funcionarios, la mayoría de los inspectores está de vacaciones", dice Manolo García, de CCOO. "Además, una denuncia de una persona que no está dada de alta y quiere regularizar su situación lleva tres o cuatro meses en resolverse, y cuando se resuelve ese trabajador ya no está en la empresa". Así sobrevive Benidorm, con un modelo turístico nacido hace 50 años, cuando una economía franquista cerrada al exterior tuvo que abrirse para obtener beneficios y fomentó un turismo para ciudadanos del norte de Europa que buscaban el sol y playa que no tenían en sus países. Dos lustros después, la "Spanish fiesta" sigue viva aunque no debe dormirse en los laureles ante la creciente amenaza de celebraciones tentadoras en regiones con una oferta menos masificada y más renovada ya sea con acento croata, árabe o latino.


[Volver]