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Haití

Santiago Niño Becerra - Viernes, 22 de Enero Es absolutamente sorprendente lo que está sucediendo con Haití. ¡Pobre Haití!, ilustración grita todo el mundo mientras los medios dedican horas y horas de programación y páginas y páginas al desastre. Y digo que estoy sorprendido porque unas horas antes del terremoto que ha asolado el ¿país? (ya verán el porqué de los signos de interrogación) Haití ya era un Estado fallido.

Haití era un territorio mísero, deshecho, famélico antes de que la Tierra temblase bajo él. ¿A qué nivel?, es imposible de explicar, de abarcar; pienso que tan sólo puede hacerse a través de una comparación. Muchas de Uds. y muchos de Uds. habrán estado de vacaciones en su país vecino, la República Dominicana, y si han salido del resort en el que disfrutaban del todo-incluido, si se han movido un poco por el país y han hablado un poco con sus gentes habrán visto un Estado repleto de carencias, pues bien, el Índice de Desarrollo Humano, el IDH, de la República Dominicana ocupa en lugar 90 de la clasificación por países, el de Haití, antes del terremoto, ocupaba el 154, de hecho, Haití era el estado (entendiendo por tal un territorio independiente con Gobierno propio y reconocimiento internacional) más pobre del planeta, insisto: antes del terremoto. (¿España?, ocupa el puesto 15).

Quédense tan sólo con una cosa: Cité Soleil: una zona de unos 5 Km2 tocando a Port-au-Prince, en la que vivían entre doscientas y trescientas mil personas y donde, por no haber, no había ni letrinas: las necesidades fisiológicas debían hacerse en agujeros practicados en el suelo; antes del terremoto, exactamente.

Haití ha sido un territorio machacado por españoles en el siglo XVII, por franceses en el XVIII, por dictadores locales en el XIX, e invadido por USA en 1915 donde entronizó a dos dictadores de manual: los Duvalier, padre e hijo, que se mantuvieron en el poder -nunca mejor dicho- sostenidos por una sanguinaria guardia pretoriana (literalmente), los Tonton Macoute, entre 1957 y 1986, período en el que cada día Haití y su población se sumían un poco más en la miseria, y todo ello auspiciado y bendecido por USA y con el resto del mundo mirando hacia otro lado: era la época de “las dictaduras amigas”. A partir de aquí una democracia formal cuajada de corrupción, con la ayuda internacional como decorado, y cayendo cada día más y más en el abismo de la pobreza irrecuperable. Antes del terremoto, si; antes del terremoto.

Durante todos esos años, durante las dictaduras de los Duvalier, durante los años de las masacres de los Tonton Macoute: se habla de 150.000 asesinados y desaparecidos, durante los episodios pseudo democráticos posteriores, y a pesar de denuncias ocasionales, y de documentos gráficos extraídos de lo-que-se-llamaba-país, nada. Ni campañas internacionales, ni peticiones de auxilio, ni aspavientos, ni peroratas: nada. Haití era algo de lo que hablar cuando se quería nombrar la pobreza extrema, pero algo que ya estaba bien donde estaba, porque lo cierto es que Haití no era necesario. Y si, si: eso sucedía antes del terremoto.

Lo único que ha hecho el temblor es agravar la mísera miseria que todo lo llenaba, ha barrido lo poquísimo que podían haber, ha abocado al Estado más a la desaparición, pero, en realidad, poco han cambiado las cosas: el terremoto ha eliminado a menos gente y ha empobrecido menos a esa gente que la dictada de los Duvalier, lo que sucede es que lo ha hecho más rápido.

Ahora, durante unos meses, tendremos Haití hasta en la sopa. Habrá solicitudes de ayuda, peticiones de donaciones, en definitiva limosnas; luego ocurrirá otro Haití en otro sitio, otro desastre llamará a la puerta, y Haití pasará a ocupar una sola columna en las páginas interiores de los medios escritos (de los no escritos desaparecerá completamente). Pero habrá cumplido su función: durante unas semanas habrá hecho de Mr. Proper de las conciencias, hasta que esa función pase a ser desempeñada por otra zona, por otro país, superinfradesarrollado, naturalmente.

“¡Que horror!. ¡Que malos somos!”, dice el del fondo. Si, bueno, no sé. La especie de esos mismos seres horrorosos es, por ejemplo, la que organiza y realiza el concierto de Año Nuevo que cada día uno de Enero tiene lugar en Viena. Vuelvo a lo mismo: Haití no es necesario, para nada, para nada de nada. Ese es el tema, el único tema.

(La tasa del 0,15 sobre los “pasivos no asegurados” (sobre los asegurados, no: ¿se tiene la certeza de que las coberturas podrían atenderlos en “caso de necesidad”?): la pregunta que todo el mundo está haciendo: “Y los que están fuera del balance, ¿qué pasa con ellos?”. ¿Qué se pretende con esa tasa?, ¿un brindis al sol, quiero decir a los electorados, demonizando a las entidades financieras?: “Ahora les toca a los bancos, ¡que paguen!”.

La inmensa mayoría de la población se quedará con eso, no intuirá que una tasa como esa no arregla ningún error que pudiera haberse cometido en el pasado (caso de que se hubiese cometido, que como ya saben yo pienso que no) porque ese teórico error hubiese sido estructural; además, “los bancos” podrán trasladar esa tasa al cliente, o al contribuyente.

Hay puntos de vista curiosos: una tasa como esa “supondría poner en práctica “un régimen de seguridad para los riesgos sistémicos”“, ha dicho la Señora Ministra de Economía de la República Francesa (El País 20.01.2010, Pág. 21). Vamos a ver, los riesgos sistémicos son inevitables porque son sistémicos: se producen riesgos sistémicos cuando el sistema ha llegado a un punto de agotamiento: se trata de un fallo metaestructural: afecta al modo como se están haciendo las cosas partiendo de la base de que no podían hacerse de otra manera teniendo en cuenta los objetivos que se pretendía alcanzar. ¿De verdad cree Mme. Christine Lagarde que hubiese sido posible esa tasa diez años atrás?, ¿de verdad cree que ahora una tasa como esa va a arreglar algo?.

¿Palos de ciego?, no exactamente. Un ciego no sabe donde da los palos que da, estas-gentes-que-proponen-y-toman-medidas sí lo saben, lo que sucede es que están dando unos palos que no sirven para nada, y pienso que son muy conscientes de ello, pero, “algo hay que hacer, ¿no?”).

(Uds. lo vienen leyendo aquí desde hace meses: ojo con China, ojo con China: “China’s Growth Accelerates to Fastest Since 2007 as Bubble Risks Increase” (http://www.bloomberg.com/apps/news?pid=20601087&sid=aiNBTljIi.bk&pos=2).

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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