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EFICIENCIA

Santiago Niño Becerra - Viernes, 27 de Enero

Todo el mundo se puso muy contento cuando el Sr. Pischeterieder, presidente del grupo Volkswagen, le dijo, el 16 de Enero, al Sr. José Montilla, ministro de Industria del Reino de España, que no pensaba desmantelar las instalaciones que la compañíт­a alemana tiene en la piel de toro, ¡y no es para menos!; lo que pasó totalmente desapercibida fue la coletilla que el Sr. Pischeterieder añadió: siempre y cuando mejore la eficiencia de tales instalaciones.

¿Qué quiso decir, exactamente, el presidente de Volkswagen con esas palabras?. ¿Qué significado tienen en el entorno de Seat y de Landaben?.

Hasta los años 80, el beneficio que una compañíт­a obteníт­a era un resultado, el beneficio era el resultado de restar los costes totales de fabricación de los ingresos obtenidos por la venta de lo fabricado, pero a partir de los 80, eso dejó de ser asíт­. Desde entonces y hasta los finales 90, el beneficio se convirtió en una función del precio de venta, de tal modo que el beneficio seríт­a el resultante del precio a que en un determinado mercado ese bien fabricado o servicio elaborado pudiesen venderse; las compañíт­as japonesas de automóviles llegaron a saber mucho de eso. ¿Y hoy?, ¿qué pasa hoy con el beneficio?.

A partir de finales de los 90, el beneficio empezó a ser fijado, es decir, dejó de ser un punto de llegada y se convirtió en un punto de partida. Muchas compañíт­as -de automóviles y de no automóviles- comenzaron a determinar el beneficio al que en un períт­odo deseaban llegar, el beneficio que queríт­an alcanzar, es decir, que buscaban; y empezaron a adaptar sus estructuras a ese objetivo.

Evidentemente, el tema continuaba siendo una cuestión de costes, entre otras cosas porque los mercados hacíт­a tiempo que habíт­an dejado de aceptar los precios a los que los fabricantes queríт­an vender pero, por encima de los costes, el acento empezó a ser fijado en la productividad, elemento absolutamente imbricado con la tecnologíт­a, una tecnologíт­a cada vez más sofisticada, más barata y más fácil de utilizar.

Desde los 80 se sabíт­a que el crecimiento económico -incremento de PIB, es decir, el aumento de valor de lo fabricado- y empleo habíт­an dejado de estar relacionados, por lo que ese ?nuevo' elemento: la productividad, adquirió una nueva dimensión.

La mayor eficiencia que exige Sr. Pischeterieder para mantener Seat y Landaben, equivale a demandar una mayor productividad. Por el lado de Volkswagen eso significa inversión, por el de las plantas españolas racionalización del factor trabajo y mejora continuada en la organización.

Realmente, ¿existen tantos motivos para ponernos tan contentos por las palabras del presidente del grupo automotriz alemán?.


Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economíт­a IQS. Universidad Ramon Llull.


@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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