La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

FORMACIÑ“N (Por poner un tíт­tulo que no asuste) - 2

Santiago Niño Becerra - Jueves, 30 de Marzo

Hoy, cierto es que muchas de las jóvenes y de los jóvenes que finalizan la ESO (con tíт­tulo o sin él) o el Bachillerato, saben muy pocas cosas ?tradicionales', sin embargo, saben muchas otras que las jóvenes y los jóvenes ?de antes' no sabíт­an; el problema, el gran problema es que no tienen conciencia de lo que significa esforzarse, ni del valor de lo que tienen y poseen.

En los colegios y escuelas, y a fin de ?no tener problemas' con las familias, el nivel de exigencia ha decrecido; los programas, para no crear tensiones en los estudiantes -y en las familias- se han aligerado; en muchos centros -en prácticamente todos- se inflan los resultados de exámenes y expedientes con el objetivo de que ?pasar de curso' sea más fácil; las familias, cada una en el nivel de sus posibilidades, dan a sus hijas e hijos todo lo que les puede dar; los maestros, profesores y educadores -muchas y muchos de ellas y ellos- sin preparación pedagógica suficiente y sin apoyo institucional, se ven impotentes para establecer criterios míт­nimos de exigencia y hasta, en muchas ocasiones, para, pura y simplemente, mantener el orden en las aulas. Todo esto, además, se ha visto incrementado por una afluencia de niños y adolescentes emigrados que, en ocasiones, no tienen ni el más míт­nimo conocimiento de la lengua en la que, por ley, deben ser educados.

Son legión las niñas y los niños van pasando de curso y multitud las adolescentes y los adolescentes que saltan de ciclo en la idea de que ?las cosas se obtienen con facilidad', es decir, de que ?nada cuesta'; el concepto de "esfuerzo" no tiene sentido ni para ellas y ni para ellos porque jamás han tenido que esforzarse: ni para aprobar una materia en su escuela, ni para pasar de curso, ni para obtener un regalo o aquello que quisieran o desearan. De hecho, y según concienzudas investigaciones realizadas, la generación con edades comprendidas entre los diez y los veintiún años de edad ha sido la mejor cuidada de toda la historia. ¡Vale!, pero, ¿a qué se ha debido?.

Antes de que se produjese el cambio en el modelo educativo, las jóvenes y los jóvenes teníт­an algo que luego se esfumó: posibilidades ciertas y reales de empleo a tiempo completo y de forma indefinida; y antes, también, existíт­a una figura profesional que luego desapareció: los aprendices. Aquellas jóvenes y aquellos jóvenes que en la escuela no obteníт­an los resultados exigidos eran orientados a un mundo laboral que les necesitaba y en el que podíт­an tener un desarrollo profesional; nada de eso existe hoy en díт­a.

Paralelamente, la mayoríт­a de las familias, con todas sus carencias e independientemente de su nivel de renta, cultivaban un ambiente en el que transmitíт­an la cultura de que ?nada se obteníт­a sin esfuerzo' y en la que el esfuerzo era esencial para ?prosperar en la vida', razón por la que ?las cosas teníт­an valor'.

Hoy, el endeudamiento permite a familias e individuos obtener lo que desean cuando lo desean, por lo que el disfrute instantáneo se ha convertido en un objetivo en síт­ mismo, por lo que cualquier freno que imposibilite o dificulte ese disfrute se convierte en un enemigo a batir; sean los malos rendimientos escolares de un hijo, los avisos desde el colegio por mal comportamiento de éste o los disgustos del adolescente derivados de su insatisfacción por no tener aquello que todos tienen o por no haber aprobado la asignatura que los demás aprobaron.

A la vez, los políт­ticos -todos- han visto en esta situación un terreno abonado para obtener los votos de unas familias que ?no queríт­an problemas' y en un entorno de demanda de trabajo a la baja; en nuestro paíт­s, además, la situación se ha visto agravada al instalarse en la mente de las familias una cantinela destructiva: ?el niño listo a la universidad y el tonto a la Formación Profesional'.


Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economíт­a IQS. Universidad Ramon Llull.


@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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