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NACIONALISMO

Santiago Niño Becerra - Martes, 09 de Mayo

¡Tranquilos!, no voy a hablar del Estatut, que ya hablan otros bastante de él, aunque síт­ voy a referirme al nacionalismo, pero al económico.


En una reciente intervención, el presidente de la Comisión Europea, el Sr. José Manuel Duríт£o Barroso se refirió a los peligros del "nacionalismo económico" en alusión a las medidas anunciadas por España y Francia para frenar / retardar / dificultar lo que Uds. ya conocen. ¿Qué pudo querer decir el Presidente con esas palabras?.

 
La integración europea, no lo olvidemos, nació por necesidad, no por convencimiento. Tras la II Guerra Mundial, se buscó montar un tinglado con un doble objetivo: 1) que todos los paíт­ses participantes en el tinglado ganasen y, 2) que a través de esa ganancia se pusiese de manifiesto que la trifulca entre los participantes era perjudicial.

 
A lo largo de la segunda mitad de los 50, durante todos los 60 y en los primeros tres años de los 70, Europa, perdón, los paíт­ses integrantes de la Comunidad Económica Europea -¿recuerdan el nombre?- crecieron a un ritmo nunca jamás antes alcanzado, y todo eran sonrisas.

 
En los 80, y con la mirada puesta en una meta de mayor integración a fin de superar definitivamente los problemas derivados del períт­odo 73 - 79, y con el objetivo de profundizar en el tinglado, diseñaron nuevas estrategias que les llevaran a una mayor integración; y, nuevamente, se produjo un crecimiento, no tan robusto, cierto es, pero crecimiento al fin y al cabo.

 
Es decir, los paíт­ses europeos han dialogado y se han entendido cuando las cosas apuntaban a mejor y cuando iban bien. Y ahora, ¿cómo van las cosas?, ¿hacíт­a dónde apuntan?

 
Ahora las tensiones están a flor de piel; ahora las cifras de crecimiento, de empleo, de productividad, no son buenas; y ahora es cuando los paíт­ses sacan a relucir el nacionalismo económico; no antes, cuando pintaban Oros, si no ahora que, parece, están pintando y van a continuar pintando Bastos.

 
Charlar, dialogar, llegar a acuerdos cuando todo parece bonito es fácil, acordar algo cuando los nubarrones presagian tormenta, no lo es. El nacionalismo, cualquier nacionalismo, tiene una carga de defensa; a veces, esa defensa es asumible porque es digerible; otras no, porque es limitadora y excluyente. No entro a valorar lo que los Gobiernos francés y español están diciendo y haciendo, pero es obvio que lo que sea que hagan es defensivo.

 
Y eso que las cosas no están mal del todo. ¿Qué sucederá si, de verdad, se ponen feas?; ¿volveremos que tener que abrir las maletas cuando pasemos por La Junquera?.

 

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economíт­a IQS. Universidad Ramon Llull.


@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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